Una Semana Santa en Alemania casi confinados: la mayoría de los comercios estarán cerrados y los oficios religiosos se anularán o se celebrarán en línea para frenar “la nueva pandemia” de COVID-19 provocada por la variante británica.

Durante cinco días, del 1 al 5 de abril, el país vivirá un “tiempo de calma”, con restricciones reforzadas decididas por Angela Merkel y los 16 estados federados al cabo de 12 horas de negociaciones.

“La situación es grave. El número de casos aumenta exponencialmente y las camas de cuidados intensivos se vuelven a llenar“, advirtió la canciller, muy seria, en una rueda de prensa celebrada en mitad de la noche en la cancillería.

La tasa de incidencia alcanzaba el lunes los 107,3 casos por 100.000 personas, en constante aumento desde hace unas semanas, con más de 7.700 casos nuevos y 50 muertes registradas.

Pandemia “más letal”

Alemania sufre una “nueva pandemia (…) claramente más letal, claramente más infecciosa y contagiosa durante más tiempo”, advirtió.

Por el momento no se plantea flexibilizar las medidas. Las restricciones en vigor desde finales de 2020, como la limitación de participantes en reuniones privadas, el cierre de algunos comercios no esenciales y de lugares culturales y ocio, se prolongarán hasta el 18 de abril.

Sin embargo, se ha descartado la hipótesis de imponer toques de queda locales y el cierre de los colegios. Las clases se interrumpieron de diciembre a febrero y muchos estudiantes aún no han regresado a las aulas o solo lo hacen uno de cada dos días.

En la lucha contra el coronavirus, el gobierno central y las regiones también apuestan por la campaña de vacunación, que no avanza a la velocidad deseada. “Estamos en una carrera por la vacunación, que debe ser eficaz lo antes posible”, advirtió la canciller.

En este sentido Merkel alzó la voz contra AstraZeneca, que acumula retrasos en las entregas de vacunas, y dijo que apoya la amenaza de la Unión Europea de bloquear sus exportaciones fuera de Europa.