Hace más de dos meses, Fabiola Campillay (36) fue impactada por una bomba lacrimógena en su cabeza cuando se dirigía a su trabajo en la empresa Carozzi. La situación ocurrió cuando iba junto a su hermana Ana María a tomar un bus de acercamiento desde la población Cinco Pinos a un paradero de Portales Oriente, en San Bernardo.

A raíz de esto, Fabiola -madre de tres hijos de 19,16 y 8 años- perdió la visión en sus dos ojos, el sentido del gusto y el olfato, ha permanecido internada desde el hecho y ha tenido que ser sometida a tres operaciones.

Antes del accidente, Fabiola era participaba como ayudante de pitonero en la brigada de bomberos interna de Carozzi, le gustaba jugar fútbol como defensa y trabajaba hace cuatros años en dicha empresa. En conversación con Ciper, Campillay relató que no se acuerda mucho del día que recibió el impacto de la lacrimógena.

“Mi hermana estaba ahí. Le dije que me dolía la cara. Luego de eso me desmayé y desperté un día martes acá en el hospital cuando había pasado una semana, porque este accidente fue el martes en la noche y yo desperté un día martes aquí en el hospital”.

Esta situación se registró la noche del 26 de noviembre, jornada en la que se habían registrado una serie de disturbios en la comuna y barricadas sobre algunos puntos de la línea del tren. Sin embargo, cuando salieron a tomar la locomoción ya se habían calmado.

No obstante, un piquete de Carabineros vigilaba a un grupo de manifestantes que estaba como a dos cuadras de las mujeres, por lo que ellas siguieron con su camino porque las personas además estaban en sentido opuesto hacia donde ellas debían ir.

Además, de acuerdo al medio, en ese momento no se estaban registrando desórdenes y Carabineros las podía ver porque estaban a casi 15 metros de los manifestantes.

Sin embargo, su hermana Ana María relató que “en eso giramos y yo lo único que sentí fue ‘paf’. No pensé que le había llegado a ella porque como salía humo. Pero cuando la veo que cae casi tiesa y sangraba, cayó para atrás, sangrando de todos lados. Yo le tomé la carita y el ojo estaba afuera, lo tenía colgando, afuerita. Yo dije ‘ese ojo lo perdió’, altiro”.

Tras esto, comenzaron a recibir la ayuda de vecinos para poder trasladar a Fabiola a un centro asistencial, mientras que Ana María encaró a un carabinero diciéndole que “paco culiao, ya te mandaste el cagazo, ayúdanos, mi hermana se muere (sic)”. Sin embargo, acusó que recibió una segunda bomba lacrimógena que cayó en cercanías de sus pies.

De acuerdo al informe del Hospital Barros Luco, Fabiola sufrió una “hemorragia intracerebral fronto basal, pequeña fractura de hueso maxilar expuesta y fractura de hueso nasal expuesto, lesión de globo ocular posiblemente por objeto contundente”.

En dicho lugar fue estabilizada y derivada al IST, desde donde la trasladaron a la clínica láser de Las Condes para intentar salvar parte de su visión. No obstante, en dicho lugar se enteraron que ya había perdido la visión completa del ojo izquierdo y el derecho estaba destrozado por dentro.

Posteriormente retornó al ITS donde se ha sometido a una serie de operaciones de diferentes tipos, por una de las cuales debió estar en coma inducido. Además, deberá ingresar -en una fecha que no ha sido determinada aún- a más intervenciones para que rellenen sus cavidades oculares.

Pérdida de visión

“Cuando me dijeron que ya no iba a ver, no pensé en el futuro. Andaba contenta. O bien fue como una defensa para no llorar, para estar firme, para darle fuerza a los demás”, comentó con respecto a cuando le informaron que había perdido la visión de sus dos ojos.

Sin embargo, luego confesó que “de un principio no era tan pesado, pero pasa el tiempo y ahora sí es pesado. Ahora, si uno piensa en lo que va a pasar, que de repente puede ser una carga para los demás, porque me levanto de este sillón y me cuesta hasta caminar”.

Consultada por lo que cree que pase cuando deje el recinto asistencial, Fabiola señaló que piensa “en cómo va a ser mi vida cuando salga de acá”. Además, aseguró que “no quiero ser una carga para nadie”.

Además, indicó que “gracias a Dios yo nací con mis ojitos abiertos y conocí la vida, los colores, a mis hijos. Y el estar así ahora es fuerte, pero tengo que aceptarlo, ya no hay ninguna solución, solamente que me van a operar para que este ojito (indica el izquierdo) quede un poquito más afuera y no tan para adentro”.

Campillay aseguró que trata de ser fuerte ante esta situación, pero mencionó que “para mí no hay justicia, porque no me van a devolver nada. Te quitan algo de lo más importante que uno tiene, porque si hubiera sido una pierna o un brazo, yo no sé. Pero tus ojos, no puede haber nada que te los devuelva”.

“Todavía me queda un poco de llanto, de pena, pero de a poquito va saliendo. También, no sé, tengo como una rabia, porque uno piensa que la gente, no solo la mutilada, sino también la fallecida, no va a tener justicia”, reconoció.

Junto a sus abogadas Alejandra Arriaza y Pamela San Martín presentaron una querella contra el general director de Carabineros, Mario Rozas.

Además, el domingo 26 de enero -ante la delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)- Arriaza expuso el caso de Fabiola.