Parece mentira, pero un falso doctor -que se identificó como Sergio Araya- resolvió entre 2015 y 2017 más de 50 mil licencias médicas en la Compin de la Región del Maule, sin que las autoridades de la entidad ligada al Ministerio de Salud se percataran.

Los hechos quedaron al descubierto luego que la Contraloría realizara una investigación que reveló -además- que el supuesto profesional adoptó la identidad de un médico que labora en Santiago. Los interrogatorios de la entidad revisora establecieron que Sergio Araya nunca trabajó en algún hospital de la región, que no existe siquiera un contrato de ello ni menos la emisión de pago. Eso, sin contar que a los funcionarios de la Compin talquina les indicó que no quería recibir sueldo.

Pero no es todo. Cuando los auditores inquirieron detalles físicos del supuesto doctor, nadie recordó. Lo buscaron en redes sociales y nada. Ni siquiera un teléfono de contacto.

De la cantidad total de licencias, hay más de 1.800 de la Caja de Compensación Los Andes. De estas, al igual que las otras 50 mil, no existe claridad de cómo fueron resueltas y pagadas. En otras palabras, no se sabe si el falso doctor las rechazó, amplió o confirmó.

El organismo fiscalizador ordenó al Servicio de Salud regional denunciar los hechos al Ministerio Público, bajo el delito de suplantación de identidad. También que se resuelva de manera inmediata un sumario administrativo que ya cumple dos años sin resultados.

Como sea, esta enorme falsificación de documentos aparece en momentos en que la cartera dirigida por Jaime Mañalich, se comprometió a tramitar más de 27 mil permisos médicos atrasados en la Compin Metropolitana. Para ello se designó a la ingeniera comercial Paula Labra Bresserer.

Lo particular de lo ocurrido en la VII Región es que, el 9 de mayo pasado, el intendente zonal Pablo Milar y la seremi de Salud, Marlenne Durán llamaron a un punto de prensa, donde aseguraron que el Compin había terminado con el rezago de 14 mil licencias médicas. Por cierto, omitieron que habían 50 mil firmadas por un doctor inexistente. Cuántas de estas últimas son parte del anuncio de la autoridad, lo dirá la indagatoria del organismo perseguidor.

Un encuentro fortuito

Nadie lo recuerda. Nadie puede describir su aspecto físico. Nadie sabe dónde está. Nadie sabe si tiene carnet de identidad. Lo único cierto es que a fines de octubre de 2015, Sergio Araya vestía delantal blanco con su nombre bordado que lo identificaba como doctor de medicina general, en el hospital de San Javier, región del Maule. Allí se encontró con el exgestor administrativo de la Compin, Carlos Pastrián Fuentes.

Este último, entonces funcionario de la entidad, buscaba entre los centros asistenciales algún doctor que trabajara como “contralor”, para resolver licencias médicas que se apilaban -por cientos- en la oficina ubicada en Tres Norte 944, de la ciudad de Talca.

Pastrián Fuentes debía cumplir -de manera urgente- con la orden emanada de la Seremi de Salud y mientras hablaba por teléfono en el hospital, Sergio Araya se le acercó. En pocas palabras le dijo que estaba interesado en el puesto. El ex gestor administrativo del Compin quedó en contactarlo. Y ello ocurrió unos meses más tarde. En 2016.

Hallarlo sería fácil y se dirigió al mismo hospital. Sergio Araya no estaba. Sin embargo, a los pocos días se apersonó en el Compin talquino.

Y así comenzó todo. Semana a semana Sergio Araya recibía cajas con licencias médicas, las que resolvía rápidamente. Algunas las rechazaba, otras las ampliaba y también las aprobaba íntegramente. Era rápido en desarrollar su trabajo y cumplía con tres horarios para devolverlas. Antes de las 8:00 horas; entre las 14:00 y 15:00 horas, o bien después de las 18:00.

Todo caminó bien, hasta que en mayo de 2017, Sergio Araya desapareció. Y no se ha vuelto a saber de él. No existe en las redes sociales, no tiene un teléfono de contacto. Se sabe que viaja desde Santiago de tanto en tanto, pero de ello no hay seguridad.

Por amor al arte

Cuando la Contraloría comenzó a investigar estas irregularidades, se encontró con más sorpresas: Sergio Araya era aún más invisible. En los registros del Servicio de Salud Regional no había un contrato que diera cuenta de su dependencia con la autoridad ministerial. Nunca le pagaron. Tampoco en el Compin.

El organismo fiscalizador buscó y buscó en la base de datos de la cartera, dirigida actualmente por Jaime Mañalich y encontró a un doctor, cuya identidad -coincidentemente- era Sergio Araya. Este último de seguro se sorprendió, porque -dijo- nunca había trabajado en la VII Región.

La fotografía del verdadero Araya, le fue exhibida a los funcionarios del Compin, pero no había similitud alguna. Lo único claro es que entre 2015 a 2017 había resuelto más de 50 mil licencias médicas sin ser doctor. A estas últimas se suman otras 1.872, de la Caja de Compensación Los Andes.

En 2017 se inició un sumario -establece el informe de la entidad de control- que continúa abierto a casi dos años de ocurridas las falsificaciones.

La Contraloría envió el informe de auditoría al Ministerio Público, con miras a que se inicie una investigación por falsificación de identidad. Sergio Araya, sin embargo, se esfumó. Como un fantasma.