A propósito de la llegada de Amal: recordamos el mágico paso de la Pequeña Gigante en Chile
Este viernes, comenzó la 32° edición del Festival Internacional Teatro a Mil, con la llegada de una especial invitada.
Se trata de Amal, una marioneta de 3.5 metros de altura que representa a una niña siria refugiada de 10 años, cuyo nombre en español es Esperanza.
Ella es el corazón del proyecto The Walk (La caminata), un llamado de atención universal sobre los efectos de la inmigración, de los desplazados, de los niños que huyen de la guerra, de la violencia y la persecución.
La gran muñeca articulada pasará por distintas comunas y regiones, que puedes revisar haciendo clic aquí.
El mágico paso de la Pequeña Gigante en Chile
Amal, que partió en Estación Central, hizo a muchos recordar el paso de la Pequeña Gigante hace 17 años.
Fue a fines de enero de del 2007 que los santiaguinos quedaron sorprendidos con una aparente colisión, donde dos micros y un auto quedaron prácticamente destruidos frente a la moneda.
Sin embargo, se reveló que fue un “rinoceronte” el que había provocado el desastre. Pero una niña llegó a Santiago para poder encontrarlo.
El 26 de ese mismo mes, la compañía francesa Royal de Luxe trajo a la Pequeña Gigante, una marioneta de siete metros de altura, maniobrada por un grupo de “liliputienses”.
Así fue como Santiago fue el escenario del cuento El rinoceronte escondido, donde la niña recorrió sus calles, buscando al animal, maravillando a los habitantes.

La pequeña caminaba, se bañaba, bailaba, dormía, anduvo en monopatín e incluso fue al baño, todo con música en vivo que daba un aura mágica. También jugó con otros niños y saludaba a la gente a su paso.
Finalmente, después de tres días, encuentra al rinoceronte, y ambos se van en tren a su país.
La Pequeña Gigante y el tío Escafandra
Dos años después, en 2009, la Pequeña Gigante regresó a nuestro país, esta vez, para buscar a su tío Escafandra.
Ambas marionetas recorrieron Santiago, por diferentes calles, buscándose una a la otra e impresionando a los chilenos tal como la primera vez.
El tío Escafandra, llamado así por su vestimenta, ya que se encontraba “bajo del mar”, medía 11 metros y también era movido por “liliputienses”, que lo hacían caminar, sentarse y dormir.

La niña, además de pasear, se movía en bote, vestida con una capa y sombrero impermeables.
Al tercer día, tuvieron un emotivo encuentro, que emocionó a los miles de espectadores que siguieron su aventura.