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¿Es posible vivir en La Moneda? Esto dicen los expertos sobre el deseo de José Antonio Kast

José Antonio Kast La Moneda
Archivo | Agencia UNO

El Presidente electo, José Antonio Kast, confirmó su interés por vivir en el Palacio de La Moneda una vez que asuma el mandato, argumentando que se trataría de una señal de austeridad en “tiempos muy difíciles”.

Al respecto, el arquitecto Rodolfo Jiménez, presidente del Colegio de Arquitectos y académico de la Facultad de Arquitectura y Ambiente Construido de la Universidad de Santiago, abordó la viabilidad de esta decisión.

Es una decisión viable en términos materiales e históricamente así fue, pero hoy no es lo normal. La Moneda se concibió también como residencia presidencial desde 1846, aunque dejó de usarse como vivienda permanente hace décadas”, explicó.

En esa línea, Jiménez precisó que el palacio funciona actualmente como sede de trabajo del Ejecutivo.

Hoy opera con dinámicas de seguridad, protocolo, mantención y circulación pensadas para oficinas y ceremoniales, no para la vida familiar cotidiana. Por eso no es imposible vivir ahí, pero sí es complejo”, sostuvo.

Sobre la infraestructura, el arquitecto señaló que no existe una cifra oficial respecto al número de habitaciones. Si bien algunas fuentes hablan de cerca de 40, advirtió que el concepto resulta ambiguo.

Depende mucho de qué se entienda por ‘habitación’. En edificios históricos con uso administrativo, esa cifra puede prestarse a confusión”, afirmó.

Jiménez también analizó si resulta más práctico vivir en La Moneda o arrendar una vivienda cercana. Según indicó, todo depende del criterio de practicidad.

“Vivir en La Moneda elimina traslados y simplifica ciertos dispositivos de seguridad, pero mezcla completamente la vida privada con el edificio institucional, genera presión patrimonial y complejiza la operación diaria en un inmueble pensado para funciones de Estado”.

En contraste, el académico explicó que residir cerca del palacio también presenta ventajas y desventajas. “Existe mayor privacidad y separación entre la vida personal y el trabajo, además de más flexibilidad para adecuaciones domésticas y menos fricción patrimonial. Sin embargo, el traslado implica tiempo, seguridad y una logística importante”, puntualizó.

Agencia UNO

Otro punto clave, según Jiménez, es el carácter patrimonial del edificio. “La Moneda es Monumento Histórico desde 1951, por lo que cualquier adaptación requiere autorización previa del Consejo de Monumentos Nacionales”, recalcó.

En ese sentido, afirmó que habilitar cocinas, dormitorios o áreas privadas implica intervenciones sensibles. “Ese tipo de obras exige criterios finos para no alterar valores arquitectónicos y simbólicos”, añadió.

Desde su perspectiva profesional, el arquitecto concluyó que, salvo una razón política o estratégica de gran peso, “suele ser más práctico mantener La Moneda como sede de trabajo y vivir fuera, porque se evitan intervenciones permanentes en un Monumento Histórico y se reducen fricciones operativas y patrimoniales”.

El dormitorio al interior de La Moneda

Por su parte, el historiador y académico de la Usach Cristóbal García-Huidobro consideró que adaptar parte del palacio como residencia, podría resolver un problema recurrente.

El costo inicial de renovar o modificar La Moneda implicaría un gasto, pero a largo plazo solucionaría una dificultad que han tenido todas las administraciones: dónde vive el Presidente de la República”, señaló.

El docente recordó que varios mandatarios debieron cambiar de domicilio por razones de seguridad. “Aylwin, Frei, Bachelet e incluso Boric tuvieron que comprar o arrendar viviendas que permitieran resguardar al Presidente y su entorno. En ese sentido, se ahorraría y sería más práctico, pese a la inversión inicial”, explicó.

Actualmente, La Moneda cuenta con un dormitorio habilitado para el jefe de Estado. “Es muy austero: una cama, un velador, una luz y un teléfono. Se utiliza cuando el mandatario trabaja hasta muy tarde”, detalló García-Huidobro, quien agregó que ampliar ese espacio requeriría autorizaciones del Consejo de Monumentos Nacionales, aunque no implicaría grandes costos ni plazos extensos.

Finalmente, el historiador recordó que la idea no resulta inédita. “Carlos Ibáñez del Campo fue el último presidente en vivir en La Moneda, en 1958. Jorge Alessandri rompió esa tradición porque estaba cómodo en su departamento y porque el palacio le traía malos recuerdos personales”, relató.

Como dato histórico, García-Huidobro recordó que la residencia presidencial se ubicaba antiguamente por calle Morandé. “La puerta de Morandé 80 era la entrada y salida de la residencia presidencial. Perfectamente el Presidente podría volver a habitar ahí, aunque habría que realizar algunas renovaciones para hacerlo habitable”, concluyó.