La actriz Mariana Derderian, conocida por producciones como Floribella y Mi Bella Genio de TVN, sin duda ha vivido intensos momentos en los dos últimos años. En agosto de 2015 dio a luz a su primera hija, Leticia, y hoy está embarazada de Pedro, quien tiene 29 semanas de gestación.

Abrumada por los líos cotidianos de la maternidad, la intérprete estrenó un canal en YouTube llamado Mamariana, donde cuenta con harta chispa y humor las “desgracias” por las que generalmente atraviesan las madres, el cual ya acumula más de 7 mil seguidores.

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En conversación con el diario Las Últimas Noticias (LUN), Derderian reveló aquellos momentos más ingratos de su vida como madre, y que de seguro la han hecho contar hasta 10 (¡y hasta 100!).

En su relato, la actriz comentó que el embarazo “Con la Leticia fue increíble, lo pasé súper bien. Con Pedro me he sentido pésimo (…) ha sido como estar con la caña del 1 de enero: mareos, cuerpo cortado, ganas de vomitar, etcétera, y soy la misma mujer. Pero de un embarazo a otro varía mucho”.

Mariana, su marido y Leticia | Instagram
Mariana, su marido y Leticia | Instagram

“Ser mamá es maravilloso, pero no todo es nice (agradable)”, afirmó, agregando que “En la clínica todo es cómodo. Las enfermeras te regalonean. Al tercer día te dan el alta y a mí me coincidió con la bajada de la leche. En ese momento, sólo te quieres matar. Fue una de las cosas más dolorosas del mundo. Es como tener las pechugas afiebradas y llenas de piedras. Aclaro que éste es mi caso, obvio que hay mujeres que lo pasan bien y la bajada de la leche es lo más lindo, pero para mí fue horrible”.

A ello, agregó que “Hasta ir al baño en un tema en el embarazo. Mientras estás esperando a la guagua, te dan a tomar fierro y calcio y nunca más fuiste al baño. Te vuelves estítica, atroz. Y muchas embarazadas terminan con hemorroides. Por suerte, a mí no me pasó. Pero con el parto viene lo peor: la pérdida de control del esfínter. Después de tener a la guagua, cada vez que te ríes, estornudas o toses, te haces pipí, y te da terror quedar así para siempre. Es heavy. Con el tiempo se va pasando, pero es una situación demasiado incómoda”.

Otro de los momentos que la marcó fue aquel en el que conoció a su hija, recriminándose por no haberla “amado con locura” a primera vista: “Hay muchos que te dicen que tú vas a ver a tu guagua y la vas a amar con locura, con un amor que nunca has sentido en tu vida. En mí caso no pasó así. Para mí, el amor fue creciendo junto con ella. Sentí mucha culpa tras el parto por no amarla con la locura que me dijeron que la iba a amar. Por ende, nace la guagua y detrás viene la culpa”.

Junto con lo anterior, reconoció que los llantos son molestos pero necesarios: “Desde que mi hija nació hasta el día de hoy, que tiene un año y ocho meses, no ha pasado un día en que no llore. No es un llanto descontrolado, pero llora. Llora cuando tiene sueño, cuando se despierta, para pedir cosas. Ellos lloran para comunicarse. Y el llanto de una guagua es una cosa súper difícil de manejar, desagradable, y está bien que así lo sea, creo, porque es un llanto que no te permite no atenderlo. No puedes decir filo. Es un llanto por el que dejas todo lo que estás haciendo, porque no te deja tranquila. Soy súper poco tolerante a que ella lo pase mal y que llore”.

Además, Mariana recalcó que con el embarazo el cuerpo de las mujeres se transforma a tal nivel que, incluso, puede aumentar su número de calzado: “Yo calzo 37 y de un día a otro empecé a calzar 38. Me creció la pata y ninguno de mis zapatos me sirve”.

“El apretuje del sostén y el dolor de espalda es todo un tema. Y que desconocidos te levanten la polera y te toquen la guata, otro”, añadió la madre de 37 años.

Mariana Derderian esperando a Pedro | Instagram
Mariana Derderian esperando a Pedro | Instagram

Sumado a lo dicho, la recordada Floribella señaló que “La mamá de comercial no se parece en nada a la mamá real. Tu casa es un campo de batalla, yo hasta puse un columpio en la mitad del living. Los adornos están desde el cuello para arriba. Todo lavable, pintura al agua”.

Finalmente, hizo hincapié en una de las más grandes “desgracias” que atravesó como madre: “Después de ser mamá todo me da miedo. No puede haber nada del tamaño de un maní a la vista, por el miedo a que mi hija se ahogue. De hecho, en mi casa ya no se compra maní. Es cuático el miedo a que se caigan de cabeza al wáter. Las puntas de los veladores son tus mayores enemigas (…) Te empiezas a volver un poco loca, porque todo es un peligro, incluso que duerma contigo, porque puede morir aplastada por tu pechuga”.

“Cortarle las uñas a una guagua es estresante, pero la limpieza de nariz es terrible. Los mocos son muy difíciles de sacar y las guaguas no colaboran en nada”, concluyó la actriz.