¿Te ha pasado alguna vez que has subido a un autobús, tren o avión y “te enamoras” de uno de sus pasajeros? ¿Te han subido las palpitaciones del corazón y tus manos han comenzado a sudar de sólo mirarlo? Pues bien, a un joven oriundo de Murcia, España, le pasó una situación similar. Sin embargo, su fugaz flechazo e incansable búsqueda por dar con el paradero de su musa terminó de la peor manera posible.

Todo comenzó en un tranvía local que este muchacho, identificado como Sergio Moreno, tomó una noche como cualquier otra. Pasadas las 22:00 horas, se subió una mujer que lo dejó helado y “enamoró” en cosa de segundos. Si bien intentó hacer contacto visual, ella no lo tomó en cuenta y al cabo de un par de estaciones la chica descendió del tren.

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Embobado y decidido a encontrar a la muchacha, a Moreno se le ocurrió empapelar toda la ciudad con hojas de papel en las que relataba su historia y pedía ayuda para hallar a la joven.

“La noche del bando, sobre las 22:20 PM, subiste al último vagón del tranvía en la parada de la Plaza Circular”, escribió, describiendo además su vestimenta y otros detalles, como el hecho de que iba acompañada por sus amigas.

A ello, sumó frases de consuelo, tras inferir que la mujer pasaba por un mal momento y que él podía entregarle la felicidad que se merecía: “Me gustaría haber reunido el valor para sacarte el infierno por el que estabas pasando y alegrarte la noche. Ojalá te hubiera tendido la mano”, dijo.

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Luego que los habitantes de Murcia se despertaran con su ciudad repleta de cartas “de amor”, muchos tildaron al hombre de romántico. Él incluso fue entrevistado por algunos medios de comunicación y nunca cesó en su búsqueda.

Pese a sus intentos, al poco andar recibió la tan anhelada respuesta de la chica que lo enamoró… Pero ésta fue completamente desoladora y, además, puso de relieve un tema no menor al que se expone la gran mayoría de las mujeres: el acoso callejero.

“Yo soy la chica del tranvía (…) Solo quería llegar a casa a dormir después de las fiestas. Estaba agotada. Sin embargo, no hay descanso para las mujeres, ni siquiera en el transporte público”, dijo, según informó el medio español Antena 3 consignado por BioBioChile.

A lo anterior, añadió: “No es la primera vez (que me miran en el tranvía), pero nunca te acostumbras (…) Prestas atención a tu alrededor, valoras el riesgo de la situación, esperas que no se te acerque y cuando llegas a casa escribes a tus amigas para que sepan que estás bien”, afirmó.

“No dejabas de mirarme, y eso asusta. Así que cuando te miraba, te desafiaba”, aclaró, agregando que todo el tiempo intentó demostrarse hostil para que el sujeto dejase de mirarla. “¿Estás loco? Te ignoré. Te rechacé. ¿Qué esperabas?”, enfatizó.

“Si de verdad quieres sacarme una sonrisa, deja de buscarme. Déjame. No insistas más”, concluyó la joven, dando un inesperado giro a la historia que partió como un singular caso de “enamoramiento fugaz” y que fue repudiado por su protagonista como un tipo de acoso al que, repetidamente, muchas chicas se ven expuestas.

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