Tras 73 capítulos, la teleserie nocturna de TVN, La Poseída, llegó a su final con un estremecedor, trágico y paranormal capítulo que generó amplios comentarios en las redes sociales y aumentó la sintonía de TVN marcando un peak de 14 puntos.

En su última emisión, Carmen fue liberada de sus demonios aunque a un precio muy alto. Eleodoro Mackenna traspasó el legado de los Altísimos a su hija Vitalia, en un rito ocultista donde Carmen fue el sacrificio. Cortaron sus muñecas, bebieron de su sangre y de manera paranormal la joven comenzó a levitar ante la atónita mirada de sus captores, quienes finalmente huyeron con la llegada de Gabriel, Sor Juana y el padre Raimundo para rescatar a la novicia.

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El padre Raimundo demostró su amor por la joven absorbiendo el espíritu que la poseía en un nuevo rito exorcista. Ya con el demonio dentro de él, le pidió a Sor Juana que lo asesinara para detener de una vez por todas al diablo.

Tras este doloroso sacrificio, la monja decidió vivir en claustro alejada del mundo. En tanto, Vicente y el Dr. Urmeneta tuvieron un trágico final siendo quemados frente a Olimpia, quien decidió ser fiel a Eleodoro.

Pero también hubo momentos felices: Melchor concretó su amor con Micaela; Ángeles aceptó que Asunción es su madre, y Pedro junto a Adelita y Rosa comenzaron una nueva vida lejos de la ciudad.

Sin embargo, la dicha no alcanzó para Gabriel y Carmen. En la proclamación de Eleodoro Mackenna como presidente de Chile, los enamorados se encontraron por última vez en secreto. Ahí, él le dedicó todo su amor, pero ambos entendieron que no podrían estar juntos, ya que él está con Luisa y Carmen tiene que huir para alejarse de los Mackenna.

Cuando Eleodoro creyó que había triunfado y celebraba solo en su despacho, Carmen llegó para vengarse. Llena de irá, toma un arma y le apunta en la cabeza. Solo se escucha un disparo sin saber qué sucedió.

Esta apasionante historia también tuvo sus lados cómicos, debido a las posesiones “demasiado” inspiradas de Luciana Echeverría, el hipo de Amparo Noguera o hasta el erupto de Pancho Melo.

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