Una emocionada Liz Emiliano se pudo ver en el programa Intrusos de La Red, donde fue invitada este lunes para conversar de su regreso a Chile.

También habló de sus eventos, de su experiencia en el reality y de cómo fue el tiempo que estuvo alejada de su pequeña hija, la que en agosto cumplirá 10 años.

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La dominicana respondió todas las preguntas del panel, pero una realizada por Villouta la emocionó de sobremanera, la que tenía relación con su madre.

No era nada nuevo, pues ya había hablado sobre su relación con la mujer que le dio la vida al interior del reality Amor a prueba, pero recordar el tema la olvidó a emocionar.

La dominicana contó que su madre la dejó cuando ella era pequeña, y que su padre la crió, pero que debido a que debía salir a trabajar ella quedó mucho tiempo sola.

“Cuando te crías solo es muy difícil y muy doloroso. Mi padre es muy juvenil e hizo lo que pudo, pero no supo mis necesidades en ese momento”, contó Liz. A esto agregó que “Pasé soledad, le tengo miedo a la oscuridad, pero también eso te enseña a ser más fuerte”.

Captura | Intrusos
Captura | Intrusos

Liz se puso a llorar, y de inmediato le dio la espalda a la cámara para intentar calmarse. Los panelistas demoraron en reaccionar, y se quedaron unos segundos en silencio, hasta que Alejandra Valle se puso de pie, se acercó a ella y le pasó un vaso de agua.

Un tanto más calmada, la modelo aseguró que “La gente te juzga sin saber lo que has vivido, lo que has pasado. Nadie dijo que fuera fácil. La vida no es fácil, aún así estoy muy agradecida con mi padre y su familia, que hicieron lo que pudieron. Aún así una madre es necesaria”.

Por esta razón Liz comentó la gran pena que tuvo en el encierro, donde permaneció cerca de 6 meses, por no poder estar con su hija, contando además que sufrió depresión en ese periodo, lo que la hizo perder cerca de 7 kilos.

La finalista de Amor a prueba contó que el asunto que la aquejaba era que si se iba del programa no se llevaría el dinero, y si no se iba, seguiría sin ver a su hija. No obstante, las llamadas semanales que le permitían realizar a España para hablar con ella la hicieron soportar la espera.