La pequeña Poppy Smith, quien ahora tiene dos años, sufrió de daño por hipoxia cerebral en su segundo cumpleaños y los médicos anunciaron a sus padres que las posibilidades de que la bebé sobreviviera eran muy bajas.

Sin embargo, una tierna acción de su hermana pareció hacer el milagro. Macey que ahora tiene doce años se acercó a la pequeña y sopló una frambuesa en su guatita. Como si se tratara de un cuento de hadas la hermosa Poppy se rió.

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Mágicamente, como si se tratara de Rapunzel reviviendo a su novio Flynn Rider en Enredados, tras el tierno ‘beso’ de su hermanita, la guagua se impuso a todos los pronósticos y apenas nueve semanas más tarde ha tenido una recuperación increíble, al punto de que ha vuelto a gatear e incluso habla mucho más que antes del ‘accidente’.

Los devotos padres de Poppy, Stephen y Amy, ambos de 31 años y residentes de Barrow In Furness, Cumbria, Inglaterra, aseguran que todo es gracias al amor de Macey.

“Macey ‘sopló’ una frambuesa en la guatita de su hermana y de pronto Poppy se empezó a reír. No lo podíamos creer. Creemos firmemente que ella caminará y hablará nuevamente, ha sido una luchadora desde el momento en que nació”, asegura su padre.

Poppy estuvo tres meses en la clínica luego de nacer pesando apenas un kilo a las 29 semanas. Cuando fue dada de alta, pesando ya más de 2 kilos y medio, sus padres comenzaron a notar problemas, fue entonces cuando la diagnosticaron con el Síndrome de Moebius, una extraña enfermedad congenita que produce, básicamente, que los músculos y nervios faciales no funcionen correctamente, imposibilitando, entre otras cosas, que el bebé sonría.

Aunque los doctores pronosticaron que probablemente nunca caminaría o hablaría de forma correcta, la pequeña ha desafiado a todos y ha cumplido la mayoría de sus hitos de desarrollo.

Amy Smith | Facebook
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Los doctores estaban muy contentos con el progreso hasta diciembre pasado. Su mamá fue a tomarla, pero la niña sencillamente no respondía a ningún estímulo. Aunque se recuperó, dos días después la situación se volvió aún más compleja.

Sus ojos comenzaron a rodar hasta la parte posterior de su cabeza. Una radiografía de tórax mostró que sus pulmones estaban llenos de líquido y tuvo otro paro respiratorio. Esa noche comenzó a desarrollar contracciones y convulsiones, se estaba deteriorando rápidamente“, recuerda Stephen.

Los resultados fueron devastadores, Poppy había sufrido daños severos producto de una hipoxia cerebral, y los doctores admitieron que no sólo era difícil que volviera a caminar o hablar, sino que incluso las posibilidades de sobrevivir eran mínimas.

“Ella no podía sentir nada y no estaba respondiendo ni cuando ponían una gigantesca luz frente a sus ojos. La abrazamos, pero ella sólo miraba como si no hubiésemos estado ahí. Nunca había sentido dolor así en mi vida. La angustia era irreal”, comentó el padre, según consignó Mirror.

Sin embargo, fue entonces, cuando decidieron pasar navidad con ella y sus otros tres pequeños en el hospital. que ocurrió el milagro.

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“Fuimos a la misa de medianoche en Nochebuena y le encendimos velas. Le pregunté al sacerdote si podía venir a darle una bendición. Al otra día trasladaron a Poppy a otra unidad y ese fue el momento asombroso en que ella se rió, mientras Macey soplaba una frambuesa en su vientre. Fue asombroso. Descubrimos después que no era raro que la gente en este estado mostrara emoción, pero para nosotros parecía que ella estaba respondiendo. Luego hubo pequeños temblores en sus brazos y piernas. Los médicos dijeron que podían ser reflejos espinales, pero sentí que era mucho más”, afirma el padre que hoy ve feliz el progreso de su hija.

Los médicos estaban desconcertados por la notable recuperación de Poppy y día a día, ella mejoró lentamente – aprendiendo a hablar y gatear de nuevo, ahora su familia reúne fondos para poder trasladar a su hija a Italia, para someterla a un tratamiento de fisioterapia único que podría asegurar que ella pueda caminar de manera independiente y hablar como cualquier niña de su edad.

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