Verónica Gómez es una joven de 30 años que hace algunos años fue Nueva Zelanda a estudiar inglés y que se maravilló con el país de Oceanía.

Cuando regresó a Chile supo de inmediato que ese no era su destino y que acá siempre haría lo mismo, por lo que decidió volver a ese país, aunque esta vez con visa de trabajo y sin pasaje de retorno.

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Una vez allá comenzó a trabajar y fue armando su vida. En el aspecto amoroso conoció a varios hombres. Pololeó con un indio, después anduvo con un kiwi, y luego volvió con su pareja india hasta que terminaron definitivamente.

Desde entonces descargó Tinder y comenzó a ver qué había a su alrededor, y a través de esa aplicación conoció a Collin Prince, un constructor irlandés con el que hizo ‘match’ y que mide 2,06 metros.

Conversaron varios días y finalmente concertaron una cita. “Cuando me fue a buscar a la casa para ir al cine, él estaba dentro del auto, entonces no lo vi tan alto. Pero cuando se bajó, me di cuenta que era kilométrico. Me dio un ataque de risa”, indicó Verónica a LUN, agregando: “La primera impresión fue: qué alto es él y qué chiquitita soy yo“.

Collin Prince | Facebook
Collin Prince | Facebook

La joven, quien mide 1.53 metros, contó que hubo varias citas antes de ‘enseriar’ la relación, y fue el pasado 13 de febrero que Collin le dio el primer beso (en el día del cumpleaños de Verónica) y desde entonces no se han separado. Además, llevan dos meses viviendo juntos.

Verónica Gómez | Instagram
Verónica Gómez | Instagram

Si bien en un comienzo a ella le incomodaba la diferencia de altura, principalmente por la gente que los miraba en todo momento cuando salían, eso hoy es cuento del pasado y cada vez le importa menos. “Él es gracioso, tierno y preocupado. Como es tan alto, lo siento muy protector“, agregó.

En cuanto a los “principales obstáculos”, la chilena indicó que con él no puede bailar ‘apretado’, pues le llega al ombligo. “Me encantaría bailar una bachata o salsa con él, pero es imposible, eso es lo más trágico”.

El caminar también era una complicación al comienzo, pues un paso de él eran como dos de ella, aunque reconoció que ya están acostumbrados.

La diferencia también tiene sus ventajas, Verónica comentó, por ejemplo, que ella no alcanza los platos en la cocina, así que él se los pasa y si necesita cosas del clóset, también. “La lata es que no lo puedo abrazar con roce de caras, pero le hago koalas y me gusta meterme debajo de su polera”, añadió.

El dolor de cuello también ha sido un tema, pues la mayor parte de las veces conversan de pie cuando salen a algún lugar. En tanto, cuando se dan besos están sentados o él se agacha, por lo que eso no es un problema.

Si bien en algunos países europeos el promedio de estatura es bastante mayor al nuestro, Verónica indicó que los 2,06 metros de Collin tampoco es normal, pues cada vez que van a un bar la gente lo para para preguntarle cuánto mide y esas cosas.

Por último, en términos sexuales, argumentó que jamás han tenido un problema. “En la cama somos todos iguale (…) Es más entretenido, como que hacen malabares contigo“.