Karli Mitchell fue la segunda hermana de una familia de cinco hijos. Ella vive en su casa junto a su madre y su padrastro, donde juega con sus muñecas o con sus libros de Hello Kitty. El único problema es que Karli no es una niña: ella tiene 43 años.

Cuando era una adolescente de 16 años le diagnosticaron síndrome de alcoholismo fetal, motivo por el que su cerebro se desarrolló hasta las capacidades de una niña de primero básico.

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Hoy, su madre Kathy ha decidido hablar de su adicción al alcohol y cómo esto afectó tan duramente a su hija en una entrevista al medio estadounidense The Whashington Post. “Creo que sería una persona terrible si no hiciera todo lo que está al alcance de mi mano para prevenir que esto vuelva a ocurrirle a otro niño”, declaró Kathy.

Bonnie Jo Mount | The Washington Post
Bonnie Jo Mount | The Washington Post

El síndrome del alcoholismo fetal fue descubierto en 1973, el mismo año en que nació Karli. En ese entonces, Kathy luchaba contra sus problemas de alcohol y adicción a la heroína. No se dio cuenta de los problemas de Karli hasta su adolescencia, cuando notaron que no progresaba como sus otros compañeros.

Ella “no podía decirme la hora o andar en bicicleta y tampoco entendía el dinero o conceptos abstractos de matemática”, explicó su madre. Cuando Kathy logró alcanzar la sobriedad, llevó a su hija al hospital donde confirmaron su diagnóstico tras un par de exámenes.

Una foto de Kathy a los 16 años, edad en la que se casó y embarazó | The Washington Post
Una foto de Kathy a los 16 años, edad en la que se casó y embarazó | The Washington Post

“Pensé que moriría del luto y la culpa. Fue uno de los peores días de mi vida y en ese momento, me di cuenta de que podía prevenir que le ocurriera a otro niño”, agregó.

Cuando tenía 30 años, Kathy fue internada en un centro de tratamiento terapéutico, luego de que sufriera un brote psicótico a raíz de la muerte de sus dos hermanos menores (quienes murieron por el uso de heroína durante el embarazo).

The Washington Post
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Hoy, su madre tiene 61 años y dirige la Organización Nacional de Síndrome del Alcoholismo Fetal. Ella cree que contando su historia puede ayudar a desestigmatizar esta condición y prevenir casos futuros.

Kathy sabe que Karli jamás podrá ser enfermera, como lo soñaba a sus 10 años, ni menos una esposa o madre. “Ella no tendrá nada de eso ahora, porque bebí durante mi embarazo”, concluyó.

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