Megan Jayne estuvo a punto de morir cuando tenía 15 años a causa de una severa anorexia que la tuvo pesando 28 kilos. Hoy, comparte su transformación mostrando fotos de su barriga y “muslos gruesos”, para salvar a otra chicas a vencer esta enfermedad.

La joven estuvo hospitalizada durante varios meses luego de ser admitida para salvar su vida. Allí, fue alimentada por sonda debido a su débil estado de salud.

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Ahora tiene 22 años, está completamente recuperada y Megan quiere empoderar a otras mujeres a que sean saludables y amen sus cuerpos como son. “Cuando llegué a tener talla 4, la ropa se caía de mi cuerpo, mi cabello se adelgazó demasiado y tenía siempre frío. Nunca me sentía lo suficientemente delgada. El desorden alimenticio me afectó tanto que yo creía que eso era todo lo que era y tenía. Me transformé en una cáscara vacía de una joven, aún obsesionada si mi estómago se veía o no a través de la bata del hospital“, confesó la joven, según consigna el medio inglés The Sun.

Megan, oriunda de Essex, Inglaterra, fue diagnosticada con anorexia a los 14, y pasó todo un verano en un centro psiquiátrico juvenil antes de ser hospitalizada y recibir tratamiento.

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Jayne, quien actualmente vive con su novio Ben y sus tres perros, comenzó a comer como nunca antes luego de su paso por el hospital, y ya para los 16 años había triplicado su peso corporal.

Allí empezó otra batalla que duró cerca de cinco años, donde comenzó a luchar contra los atracones y a seguir un montón de dietas, sin embargo, se topó con una imagen que le cambiaría la vida.

En la foto aparecía una joven abrazando su cuerpo y amándose a sí misma tal cual es, por lo que decidió seguir su ejemplo.

Megan abrió una cuenta de Instagram como una terapia personal, y su primera foto fue de ella misma en bikini, en noviembre del año pasado.

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Y en julio de este año, lanzó la web Bodyposipanda, para ayudar a personas con problemas de imagen corporal y espera algún día dar discursos motivacionales acerca de su experiencia.

Megan, ya no se pesa, pero su talla se ubica entre un 12 y 14, aseguró que la primera foto en bikini la aterrorizó. “Pasé horas analizando cada detalle e imaginando todas las cosas horribles que las personas me podrían decir, las mismas cosas que yo me dije a mí misma durante años“.

Pero contrario a lo que pensaba, se encontró con un escenario completamente diferente: “Fui bien recibida por una comunidad increíble de personas que pasaban todos los días tirándose para arriba y apoyándose unos con otros. Comencé a publicar más sobre mi desorden alimenticio, mi web creció, y recibí mensajes de personas diciéndome
que los había ayudado a recuperarse y salvar sus vidas
“, indicó.

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Y aunque asegura que igualmente recibe mensajes de gente malintencionada, nada supera la sensación de saber que estás ayudando a otro a quererse tal como es.

Ahora veo un cuerpo que me mantuvo a salvo, a pesar de mis esfuerzos por ir en contra de él. Estaré eternamente agradecida de mi cuerpo, en toda su belleza imperfecta (…) Si puedo enamorarme de mi cuerpo después de todo lo que he pasado, cualquiera puede, sólo tiene que creer que se lo merece“, remató.