Cualquier persona que entraba a la cuenta de Instagram de la australiana, Essena O’Neill, se encontraba con las fotos de una bella adolescente que estaba en forma, tenía los mejores looks y consejos de belleza y que siempre sonreía. Fue este aspecto el que la convirtió en una “famosa de Instagram“, llena de seguidores y mensajes con ofertas para modelar o para promover productos.
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Durante 7 años, la joven (hoy de 18) construyó un imperio en las redes sociales: tenía medio millón de seguidores en Instagram y más de 250 mil suscriptores en Youtube. Pero detrás de su look perfecto, sólo existía miseria, como confesó recientemente en un video de Youtube -el último de todos- a cara lavada y con total honestidad.
La joven explicó que postear en las redes sociales comenzó a consumirla, volviéndola cada vez más infeliz. “Me enamoré de la idea de que podía ser valiosa para la gente. Ser querida por otros fue una adicción que creció como una bola de nieve”, escribió.
Aunque parecía haber logrado el sueño de su adolescencia, Essena no entendía “¿por qué me siento tan perdida, solitaria y miserable?”. Es por esto que decidió ponerle fin a esta vida “falsa”, renunciando a la mayoría de sus redes sociales y dejando de editar sus “fotos perfectas”.
“Era severamente adicta. Creía que cada ‘me gusta’ y seguidor estaba relacionado con cuánto la gente me quería. No me di cuenta de que estaba ocurriendo, pero las redes sociales se convirtieron en mi única identidad. No sabía quién era sin ellas”, explicó.
Hoy, Essena prometió borrar su cuenta de Tumblr y dejar de subir videos a Youtube. También borró unas 2 mil fotos de su cuenta de Instagram “que no servían para nada más que promocionarme a mí misma”, aclaró. Además, admitió que para lucir fitness y saludable en sus fotos, estaba cayendo en hábitos poco sanos.
“Una chica de 15 años con las calorías restringidas y haciendo ejercicio excesivo no es un ‘objetivo'”, declaró. ¿Esta bella foto en un bikini? Completamente preparada. “El estómago adentro, pose estratégica, senos levantados con un sostén. Sólo quiero que las chicas más jóvenes sepan que esto no es una gran vida, ni es genial no inspiracional”, agregó.
De hecho, la mayoría de los outfits que usaba en estas imágenes, jamás los usó para salir de su casa. “¿Cuál es la obsesión con lucir más grande y más sexy?”, explicó. Su obsesión era tal, que llegó a pasar horas consiguiendo “la selfie perfecta” y editando su rostro.
Para esta foto “me puse maquillaje, me ondulé el cabello, me puse un vestido apretado, un enorme collar incómodo. Tomé alrededor de 50 fotos antes de obtener una que me gustaba, luego edité una de estas selfies por horas en un montón de aplicaciones, sólo para sentir que podía obtener alguna aprobación social”.
“La única cosa que me hacía sentir bien en el día era una buena foto. Qué profundamente depresivo”, confesó. Ahora, su llamado es a dejar de compararse con las “chicas de Instagram” y dejar de desear tener una vid ajenaa. También, organizó una campaña que invita a estar fuera de las redes sociales por una semana. ¿Serías capaz?
“Sin darme cuenta, pasé toda mi adolescencia adicta a las redes sociales, la aprobación social, estatus social y apariencia física. Las redes sociales, especialmente cómo yo las usé, no son reales”, puntualizó.
