Varios estudios han sugerido que un alto consumo de pornografía puede ser perjudicial a la hora de intimar, pues se relacionaría con una disminución del deseo sexual y con la dificultad de tener encuentros sexuales auténticos y satisfactorios.

Un ejemplo de aquello es lo que plantea el psiquiatra Norman Doidge, en su libro The Brain That Changes Itself, donde señala que varios de sus pacientes que veían pornografía constantemente, experimentaba “una creciente dificultad para ser excitados por sus parejas a pesar de que las consideraran atractivas”, asegurando que debían fantasear con escenas porno para sentir una real satisfacción, según consigna el medio británico The Telegraph.

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No obstante, una reciente investigación de la Universidad de California viene a romper con esas concepciones, pues sugiere que el porno no tiene un efecto perjudicial en el apetito o desempeño sexual, sino todo lo contrario.

El estudio, publicado en la revista científica Journal of Sexual Medicine registró el comportamiento de 280 hombres de entre 20 y 29 años, evaluando la cantidad de horas a la semana que veían pornografía y su deseo y actividad sexual en ese mismo periodo de tiempo.

Nicole Prause y James Pfaus, autores de la investigación señalaron que existía una correlación positiva entre la cantidad de tiempo destinado a consumir este tipo de contenidos y el deseo de tener relaciones sexuales.

Así, los hombres que veían más de 2 horas de pornografía a la semana llegaban a un nivel de excitación más alto que su contraparte. Además, experimentaban un mayor deseo de tener sexo o de estimularse de manera individual.

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Aquellos que no veían nada de porno alcanzaron un nivel de excitación de un 40%, a diferencia del grupo anterior que superaba la barrera del 50%.

Este patrón sugiere que aquellos que están expuestos a estímulos sexuales visuales es probable que tengan un deseo sexual alto“, señalan Prause y Pfaus, sin embargo, aclaran que estos resultados no son definitivos, pues los hombres que participaron del ejercicio pertenecen a un grupo etario determinado.

El estudio también analizó los casos de disfunción eréctil, y señalaron que las horas que pasa una persona frente a estímulos sexuales visuales no tienen nada que ver con la calidad de la erección.