Arriesgaba 20 años de cárcel por violar y abusar sexual y físicamente de su hijastra desde que ella tenía 11 años, pero al confesar sus delitos el tribunal decidió rebajar su pena.

Es uno de los casos que estremece a la ciudad de Bariloche, en Argentina, por estos días. Una historia que desgarra y una decisión judicial que indigna a los ciudadanos y especialmente a la víctima y sus cercanos.

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Con apenas 11 años, en 2010 la niña quedó embarazada del esposo de su madre y dio a luz a su hija, pero debió seguir soportando los abusos y agresiones durante mucho tiempo.

“Tenía mucho miedo, y él me decía que si hablaba me mataba a mí y a mi hermanito. Yo no sabía qué hacer, era una nena, no podía razonar y analizar las cosas bien. Me golpeaba solamente en el cuerpo para que mi mamá no viera nada”, comentó la víctima en la misma entrevista radial, luego que su historia se viralizara.

En un largo documento, que subió de forma anónima a las redes sociales y que pronto fue compartido por el medio local Bariloche 2000, la muchacha cuenta los escabrosos detalles de su sufrimiento, de los abusos físicos y sexuales, de las violaciones cometidas por su padrastro que terminaron en un embarazo a los 11 años de edad.

Hoy con 18 años y con una sentencia muy distante a la esperada ella sacó la voz, aún con miedo de lo que este abusador, hoy de 37 años, pueda hacerle a ella y a su pequeña.

“No es justo. Nueve años no reparan todo lo que me hizo a mí y así le den 50 años nunca van a reparar lo que me hizo. Yo sé que este hombre cuando salga a esos nueve años yo voy a estar muerta, y lo sé perfectamente… si fuera por mí lo mataría ahora mismo, pero me gustaría que vaya preso por un largo tiempo porque 9 años no son nada y mi hija va a ser adolescente cuando salga”, comentó la joven en la misma conversación con Radio Seis de Bariloche.

Este es el relato que escribió en las redes sociales

Todo empezó cuando mis viejos se separaron y mi mamá se fue de la casa. Después de un tiempo conoció a un hombre. A todo esto, yo seguía con mi papá y mis abuelos, mi mamá estaba embarazada y yo la extrañaba. Mi papá es camionero y nunca estaba en casa, entonces me fui con mi mamá. Mi hermanito nació y el papá de mi hermanito nos cuidaba y a mí mucho más, me protegía y si me enfermaba salía conmigo a la guardia. Se transformó en un papá para mí, y lo fue hasta que una noche volviendo de la casa de mi papá llegué, me lavé los dientes y me acosté. ¿Dónde estaba mi mamá? Por si se lo preguntan, estaba trabajando cuidando a un abuelo y volvía al otro día a la mañana y se volvía a ir rato más tarde.

Siguiendo en lo que estaba, me acosté y al rato siento que me toca el hombro, miro y era él. Me dijo que me estaba destapando y que hacía frío y se acostó al lado mío. Me hizo dormir y me desperté cuando me estaba bajando los pantalones y me agarró con una mano mis manos para que no me mueva y me tapó la boca con la otra. Esa noche hizo lo que quiso conmigo y hasta me limpió, me agarró del cuello y me dijo que si decía algo me mataba a mí y a mi hermano. Yo asustada no dije nada y al otro día no me podía ni sentar.

Mi mamá vivía trabajando para que no nos falte la comida y no se dio cuenta. Pasó el tiempo y lo volvió a hacer y ahí es donde empezaron los golpes porque muchas veces yo le dije que le iba a decir a mi mamá y empezó a golpearme. Para que no me haga nada le decía que si me seguía lastimando le decía a mi mamá (eso no le importó porque me siguió pegando). Un día mi mamá encontró papeles con sangre al lado de mi cama y yo no sabía qué responderle porque eran los papeles con los que él me limpiaba después de violarme. Salta de la nada y dice: “A la nena se le reventaron las narices el otro día. Hijita por qué no tiraste los papeles al tacho es re sucio eso. No seas sucia a ver dame que los quemo”. Los tiró a la salamandra y ahí se terminó la charla.

Después no lo hizo más, pero me golpeaba y yo obligada tenía que seguir diciéndole ‘papá’. Él engañó a mi mamá y se separaron. La golpeó y mi mamá lo echó y al rato volvió y mi hermano se puso a llorar porque no quería que se vaya. Entonces se quedó en casa y yo cuando creía que ya había pasado todo, me siguió maltratando: “Sos una putita. Si le decís a tu mamá no te va a creer. Hija de puta”. Mi mamá seguía trabajando y yo le daba todo el cariño cuando volvía porque venía cansada y nos extrañaba, entonces ¡nunca mostré ninguna actitud extraña cuando ella estaba!

Yo siempre fui una nena gordita y un día fuimos con mamá a la sala de atención de mi barrio a hacerme un chequeo para entrar a primer año. El doctor le dijo que estaba viendo un embarazo y mi mamá estaba con la negación de que no podía ser porque era una nena. El doctor se lo afirmó y le dijo que había un embarazo avanzado de más o menos 8 meses y mi mamá no me dijo nada. Sólo lloraba. A todo esto cae este hijo de puta porque mamá tenía la llave de la casa y mi vieja le dice que si sabía lo que yo tenía.

Él se hacía el boludo y le dice que no, que qué pasaba, y mi mamá le dijo que estaba embarazada. Él me dijo: “Hija cómo vas a estar embarazada ¿con quién abriste las piernas?”. Fuimos a mi casa, llegamos y mi mamá se desmayó. La llevó a la cama y me dijo que diga que el papá del bebé era un compañerito del colegio, mi mamá hizo la denuncia para que aparezca el supuesto chico. Inventé toda una historia que él me inventó. Al tiempo, el caso se cerró porque ese chico que nunca existió ¡nunca apareció! Y ahí quedó todo, mi familia decepcionada y él se hacía el angustiado porque su hijita iba a ser mamá a los 11.

El 15 agosto de 2011 nació mi hija, una bebé rubia, hermosa y sana. Mi mamá me ayudó en todo. Hizo todo por mí. Él empezó a golpearme otra vez porque si tenía una charla con alguien, me golpeaba. Nunca en la cara, así mi mamá no veía. Después de esto, se mudó a otra casa en el mismo terreno donde estamos. Me obligó a ir con él y mi mamá dijo que sí, que “iba a estar mejor” porque ella “no tenía trabajo y él era mi papá”.

Ahí siguieron los golpes. Se mudó al frutillar y me tuve que ir con él. Mi mamá apenas tenía para comer y estaba así trabajando en costuras que no pagaban muy bien y mi casa se calefaccionaba a leña y tampoco había para la leña. Mi bebé se enfermó y él le dijo que con él las nenas iban a a estar mejor, así que nos fuimos.

Pasó el tiempo. Empecé a hacer sociales. Siempre escribía porque no tenía amigos y hacía canciones. Entonces empecé a conocer gente de ese ámbito y un día me siguió. Yo volvía caminando con un chico que había conocido. Llegó a la casa y me dio la golpiza más grande de mi vida. Quedé inconsciente. Sólo escuchaba a mi hija llorar y ella con sus dos añitos decía mamá andá, tomé fuerzas y me pegó una vez más y le pegué, le mordí la nariz. Le di una patada en los genitales y salí corriendo. Yo sabía que a mi nena no le iba a hacer nada.

Entonces sólo me escapé, llamé a mi mamá, le conté todo resumido y llorando, me dijo que tome un taxi, llegué a casa y le conté, me vio toda golpeada y al rato él la llama y le dice “nuestra hija está rebelde, me pegó y se escapó de la casa, dejó a su hija acá”. Mi mamá le dijo que venga a la casa y una vez adentro, le preguntó. Admitió todo lo que hizo y mi mamá lo golpeó. Él le pidió por favor que la cortara y se fue corriendo. Con mi mamá fuimos a hacer la denuncia y ahí empezó todo: se reabrió el caso y se hizo un ADN que fue positivo; anduvimos de acá para allá dos años y medio; y ahora este hijo de puta va a pagar cada una de las cosas que me hizo y espero que lo hagan mujer ahí adentro y si sale dentro de 9 años lo único que espero es que se muera. Que si a mí me matan ¡ya saben quién fue! (Sigo amenazada con que me van a prender fuego la casa cuando entre al penal)

¿Por qué no di en adopción a mi hija? Porque la vi y me enamoré.

¿Por qué no me maté cuando estuve a punto de hacerlo? Porque ella estaba para mí y con sus manitos me decía ‘mami no llores, yo te amo mucho’. Ella hoy es mi mundo y ¡la razón de por qué la peleo día a día!

No fui la chica que salió a bailar, que tuvo amigas, que hizo miles de cosas, pero la tengo a ella y por ella yo volví a los estudios porque pienso darle todo y ¡jamás voy a dejar que le pase algo!

Mi mamá es una mujer de hierro que se bancó todo y hoy por hoy sigue enseñándome a ser una mujer hecha y derecha y gracias a ella hoy sigo acá y ¡la voy a seguir siempre!

Y a los que dicen que mi mamá tuvo la culpa yo sé muy bien que no. Trabajar para darle de comer a sus hijos no es tener la culpa, es ser una buena madre, ¡ella no tuvo la culpa de la mente enferma de él!