Se supone que el ejercicio te da energías, tonifica tu cuerpo y te entrega una mejor calidad de vida. Pero un nuevo estudio sugiere que no es tan sano hacerlo… al menos si eres un amante de los gimnasios bien cerrados.

Investigadores de Holanda y Portugal decidieron medir la contaminación del aire en 11 gimnasios diferentes y durante las horas punta, como informó el portal femenino Cosmopolitan. Los resultados indicaron altas concentraciones de polvo, formaldehido y dióxido de carbono, especialmente en las esquinas y sectores más confinados.

¿Qué significa esto? Cuando existen altos niveles de estos componentes, se puede declarar un ataque de asma y otros problemas respiratorios, además de cansarte más rápido, ya que el dióxido de carbono afecta el transporte de oxígeno en tus glóbulos rojos, produciendo que tu cuerpo se fatigue.

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Pobre ventilación y tóxicos productos de limpieza son algunos de los factores por los que estos elementos se acumularían en el aire. Y como las personas suelen respirar por la boca mientras ejercitan, es más probable que entre polvo y otro componentes al tracto respiratorio en aquellos que visitan el gimnasio, comparado a aquellos que salen a correr al aire libre.

Esto no significa que tengas que dejar de ejercitar para siempre, sino que simplemente estar atento a los factores de riesgo: polvo, mucha fatiga o algún extraño olor químico. Incluso, algo tan simple como abrir la ventana podría ayudar mucho.