La publicidad y revistas de moda instalaron en nuestra cabeza la idea de una glamorosa “dulce espera”, que si bien es un momento muy especial en la vida de cualquier mujer, a veces te expone a problemas que no son muy elegantes.

Pero no te preocupes: tu cuerpo está pasando por muchos cambios, por lo que son absolutamente normales. En la revista Parents (en español, “Padres”) armaron un listado de algunos percances que podrían ocurrir y qué puedes hacer para superarlos.

1) Gases y eructos
Lograste estar durante tres años en una relación sin que se te escapara ningún sonido poco favorecedor … hasta que llegó la barriga de embarazada y tus intestinos se salieron completamente de control. Por incómodo que resulte, te contamos que es algo común, ya que tu bebé irá ocupando cada vez más espacio dentro de tu cuerpo y por ende, apretujará tu sistema digestivo. Súmale a eso que probablemente estés comiendo más verduras y frutas, cuya fibra aumenta el problema. La solución: comer de manera más frecuente, pero en porciones pequeñas y evitar la comida chatarra y bebidas gaseosas.

2) Linea Nigra
Esta palabra viene del latín: “Línea Negra”, es un efecto estético que aparece sobre las barrigas de las embarazadas debido a los cambios hormonales. Los altos niveles de estrógenos hacen que el cuerpo produzca melamina, el pigmento que le da color a tu piel, oscureciendo los pezones y marcando esta especie de “caminito” por el vientre. La recomendación es no preocuparse, ya que desaparece de manera natural un par de semanas después del parto.

3) Estreñimiento
¿Ir al baño se ha vuelto un desafío? Lamentablemente se trata de otra jugada de tus locas hormonas, las cuales vuelven más lenta la digestión; así tu cuerpo absorbe la mayor cantidad de nutrientes para ti y tu bebé. Y si a eso le sumas que tu misma guagua empuja tus intestinos, el resultado es catastrófico. Es una afección muy común, que puede ser contrarrestada aumentando la ingesta de fibra y tomando mucha agua y zumos de fruta. Si el problema es demasiado molesto, siempre se puede consultar con el médico. Lo que jamás se debe hacer es tomar laxantes, ya que podrían causar contracciones.

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4) Comezón en los pezones
¿Sientes molestias en tus senos día y noche? Esto se debe a que están creciendo constantemente, lo que obliga a que la piel de esta área se estire más de lo común. Para reducir las molestias, humecta constantemente con crema y evita vestir con materiales que piquen (como la lana). Sólo preocúpate si notas alergia o que sale sangre de tus pezones, ya que podría tratarse de una infección.

5) Problemas para contener la orina
¿Estornudaste o te reíste demasiado fuerte y terminaste necesitando un cambio de ropa interior? Lo que ocurre es que tus hormonas están enviando señales a tu pelvis para que relaje sus músculos, lo cual te prepara para el futuro parto… pero mientras el bebé no nace, también produce incontinencia urinaria. Y a eso se le suma la presión que ejerce tu hijo contra tus órganos. Una solución son los ejercicios de Kegel, los que te ayudarán a fortalecer el suelo pélvico. Y claro, ir al baño bien seguido.

6) Baja libido
Puede que las náuseas, dolores de espalda, barriga demasiado pronunciada o miedo a lastimar al bebé te quiten las ganas de saltar a la cama junto a tu pareja. Esto es perfectamente normal, debido a los cambios que el embarazo genera en todo tu cuerpo. Sólo recuerda que tu hijo flota en líquido amniótico y está protegido por los músculos del útero, por lo que es imposible que le ocurra algo durante el sexo. Intenta hablar con tu pareja sobre la situación o busquen otras formas de estar juntos, ya sea acurrucándose, besándose o saliendo de viaje juntos.

7) Hemorroides
El estreñimiento y la presión que ejerce el bebé dentro de tu cuerpo pueden provocar la aparición de estas venas dilatadas alrededor del ano. No son peligrosas para el bebé, pero sí muy molestas y se pueden corregir volviendo a una correcta digestión, a través de un alto consumo de fibra y agua.

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8) Cambios en tu ombligo
“Quedar con el ombligo parado” es literal en el embarazo. Esto ocurre porque tu cuerpo intenta hacerle más espacio al pequeño. Este volverá a la normalidad después del parto y no produce más allá de cierta sensibilidad contra la ropa, por lo que no hay que preocuparse.