Las personas más sensibles ante los malos olores corporales parecen preferir a los dirigentes considerados “autoritarios”, como Donald Trump, afirman investigadores que reconocen, sin embargo, los “límites” de su estudio.

Este, publicado en Royal Society Open Science, es el resultado de tres encuestas por internet, entre ellas una llevada a cabo con ciudadanos estadounidenses en octubre de 2016, poco antes de las elecciones presidenciales en las que Trump ganó frente a Hillary Clinton.

El candidato republicano era “percibido como el portador de un mensaje especialmente autoritario”, aseguran los investigadores.

El estudio “mostró que la gente que más rechazaba los malos olores se inclinaba más a votar por Donald Trump que quienes eran menos sensibles” a dichos hedores, explica Jonas Olofsson, del departamento de psicología de la Universidad de Estocolmo, uno de los autores del trabajo.

Pero ¿cómo puede explicarse ese vínculo entre el rechazo de los malos olores corporales (sudor, materias fecales, orina…) y la preferencia por los políticos autoritarios? Podría tratarse de un deseo de protección contra la enfermedad, según los científicos.

“El olfato desempeña un papel crucial para detectar los agentes patógenos”, dice otro de los autores del estudio, Marco Tullio Liuzza, de la Universidad Magna Graecia de Catanzaro, en Italia. Y el sudor o las heces “se asocian a menudo a la presencia de gérmenes”, recuerda el trabajo.

Los investigadores se preguntaron qué tipo de organización social buscan las personas que huyen de los malos olores. Su hipótesis era que éstas prefieren una sociedad donde los diferentes grupos, sociales y étnicos, están separados.

“Ese tipo de sociedad reduce los contactos entre los grupos y, al menos en teoría, reduce los riesgos de enfermar”, dice Olofsson.

Para demostrar su hipótesis, los científicos se basaron en un “indicador de rechazo de los olores corporales” creado recientemente.

También disponían de una escala para medir “el autoritarismo de derechas”, que evalúa las tendencias de las personas a actuar de forma convencional, a aceptar la autoridad y a mostrarse a favor de políticas hostiles hacia grupos considerados como marginales o amenazadores para los valores tradicionales”, explica Tullio Liuzza.

La primera encuesta, realizada con internautas de varios países y la segunda, hecha con estadounidenses, trataba sobre su percepción de los olores corporales y sus preferencias políticas. Ambas permitieron mostrar que el rechazo de los olores y la atracción hacia los dirigentes autoritarios parecían vinculados.

El tercer estudio, que añadió cuestiones sobre las intenciones de voto en las presidenciales estadounidenses de 2016, demostró que los estadounidenses que más asco sentían por los malos olores solían preferir a Trump.

“Las posturas muy firmes de Trump contra la inmigración, especialmente de grupos considerados como culturalmente distintos, podrían estar relacionadas con una necesidad implícita de protección contra los riesgos” de enfermedad, según el estudio.

Los investigadores admiten que su trabajo presenta “algunos límites”, entre ellos el hecho de que las personas interrogados no procedían de grupos representativos de la población, sino que formaban parte de la comunidad en línea de los “Mechanical Turk workers”, que participan en actividades a cambio de una pequeña retribución. En este caso, cada participante recibió 0,50 dólares por encuesta.