Las calles de Hersham, un pintoresco barrio en las afueras de Londres, Inglaterra, suelen ser utilizadas como locación de películas de la industria tanto del Reino Unido como de Hollywood, como la versión de La Momia con Tom Cruise que se estrenará en los próximos meses.
Sin embargo, el 1 de julio de 2000 este tranquilo barrio se conmocionó, pero no precisamente al enterarse que una de las suyas sería la protagonista de una gran producción de cine o televisión, sino porque era la víctima de uno de los crímenes más dolorosos y horrendos que recuerde la nación de la Reina Isabel en los últimos años.
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Aquella tarde soleada de verano en las islas británicas, la pequeña Sarah Payne, de 8 años, estaba de vacaciones en West Sussex, al sur de Inglaterra. Jugaba en un campo de maíz cerca de la casa de sus abuelos, Terence and Lesley, cuando ocurrió la tragedia.
Mientras estaba jugando a las escondidas con su hermana menor de 6 años y sus hermanos mayores de 11 y 13, respectivamente, la pequeña desapareció de la faz de la Tierra.
Los padres y las policías iniciaron un gigantesco mecanismo de búsqueda. Durante las primeras 48 horas aparecieron en medios numerosas veces pidiendo ayuda para localizar sana y salva a la niña, pero los resultados no fueron positivos.
Las indagatorias continuaron durante dos semanas, e incluyeron interrogatorios a diversos sospechosos, hasta que se confirmó lo peor.
El 17 de julio, el pequeño cuerpo de Sarah fue encontrado cerca de un campo a 25 kilómetros desde donde desapareció, iniciándose de esta forma la investigación por homicidio que prontamente llegaría a conclusiones estremecedoras.
El Asesino
Los ojos de la policía se posaron rápidamente sobre Roy William Whiting, un hombre local con un oscuro pasado. Nació de la relación entre George y Pamela Whiting, quienes tuvieron 6 hijos, pero tres de ellos murieron en la infancia. Roy fue uno de los sobrevivientes.
Pero su dura infancia no era lo peor en su registro. El hombre, que participa en carreras de autos clásicos, tenía una condena por abuso sexual de menores, por un delito cometido en 1995, cuando secuestró a una niña de 8 años. Cayó luego de que uno de sus competidores reconociera el auto que Whiting había vendido.
Luego de admitir su delito, recibió una condena reducida de 4 años y salió apenas dos años y 5 meses después de haber entrado a prisión, siendo inscrito en el recientemente creado registro de delincuentes sexuales del Reino Unido, lo que no evitó que ‘pecara’ nuevamente.
Los informes psiquiátricos antes de la sentencia, informaban que era probable que Roy volviera a atacar, pero no los tomaron en cuenta. Así, en julio de 2000 las garras del violador volverían a posarse sobre una pequeña, y en aquella ocasión con consecuencias fatales.
Cuando los policías comenzaron la investigación, lo primero que pensaron fue en revisar el registro de delincuentes sexuales y así dieron con Whiting. Él negó todas las acusaciones, pero una boleta de una gasolinera lo delataría cuando el cuerpo de la pequeña Sarah fue encontrado.
Él había estado en el lugar donde se depositó el cadáver y su cuartada, de que había estado en una feria en el poblado de Hove, quedó descartada. Pronto terminaría tras las rejas por su horroroso acto.
Los detalles del homicidio y violación se conocerían pronto en el juicio, conmocionado a todo el mundo.
El hombre que encontró el cuerpo, un granjero del sector, fue el primero en contar lo que vio.
“Quedé en shock. Pensé que era un venado muerto o algo, pero cuando me acerqué vi que era una niña. Quedé tan impactado por el descubrimiento que no puedo recordar en que posición estaba el cuerpo. Noté que varios miembros estaban separados del cuerpo y por el color y la apariencia, se estaba descomponiendo. Algo aturdido corrí a casa y llamé a la policía”, confesó el testigo, según consignó The Telegraph en noviembre de 2001, mientras se desarrollaba el juicio.
Vesna Djurovic, la patóloga que realizó la autopsia, concluyó pronto en la misma audiencia que la pequeña “tuvo un muerte muy violenta y el crimen fue motivado por razones sexuales”. Aunque no se logró acreditar la violación o abuso, por la condición de los restos todo indicaba que así había sido.
Condena y ataques en prisión
Tras un largo juicio, Whiting fue condenando a cadena perpetua con revisión de condiciones sólo 50 años después de ingresar a prisión, lo que significaba que sólo tendría opción de reducir su pena cuando tuviera 92 años.
Sin embargo, luego de reclamos y diversos mecanismo de apelación, logró reducir en 10 años la revisión de las cautelares, motivo por el cual ahora cumple condena mínima de 40 años y estará en prisión al menos hasta el 2041, cuando tenga 82 años.
Pero no ha sido fácil para Whiting en prisión, pues ha sido víctima de diversos ataques violentos por su condición de pedófilo y asesino de niños. El más reciente hace apenas un año. Incluso un peligroso reo, que ya ha asesinado a otros internos, planificó un brutal asalto contra el abusador, según consignó Mirror.
Los padres y la “Ley Sarah”
Sarah, la madre de la pequeña asesinada, inició una importante campaña a favor de la creación de una ley que permitiera a los padres tener acceso a la lista de delincuentes sexuales que vivían cerca de sus barrios, a la que se le bautizó como la “Ley Sarah”.
Cuando se comenzó a revelar la verdad detrás del asesino de su hija, la lucha cobró más fuerza y finalmente a finales de 2008 se inició un plan piloto en ciertas partes de Inglaterra y Gales y en 2011 se amplió a todo el Reino Unido.
Lamentablemente, luego de ser nombrada miembro de la orden de la corona por su ardua batalla para proteger a los niños de potenciales agresores sexuales, sufrió una serie de ataques cerebro-vasculares que la dejaron parcialmente discapacitada, pero nuevamente mostró toda su fortaleza y con el paso de los años ha logrado recuperarse y rehacer su vida.
La suerte fue muy distinta para Michael, su esposo. Tras el nacimiento de su 3 hijas y su separación de Sarah en 2003, el hombre se hizo alcohólico e incluso estuvo en prisión luego de un brutal ataque con un vaso a su propio hermano durante una discusión en la que estaba ebrio. La suerte no cambió para él y llegó a su fin el 27 de octubre de 2014, cuando lo encontraron muerto en su casa. Se descartaron circunstancias sospechosas en su deceso, y se estableció que lo más probable era que muriera por efectos secundarios de su alcoholismo.
Aún hoy la terrible muerte de Sarah sigue conmoviendo a Inglaterra, mientras su madre, ya sin su marido al lado, sigue luchando porque no se pierdan más vidas como la de su amado ángel.