Durante su penúltimo año estudiando Medicina, Frances Paine comenzó a sufrir severa migrañas con aura. Al principio, no les tomó mucho el peso, hasta que durante una conversación con su madre, se dio cuenta de que había perdido la habilidad de hablar durante varios segundos.
Su novio -quien hoy es su esposo- le decía constantemente que fuera a su médico de cabecera, como ella relató en el medio estadounidense The Guardian. Cuando finalmente lo hizo, éste se preocupó y la derivó al departamento de neurología.
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Frances seguía creyendo que no necesitaba tratamiento “no necesito estar aquí, ¿me puedo ir?”, le decía. Pero cuando le hicieron una resonancia cerebral, ésta reveló que tenía un tumor en la región parietal izquierda del cerebro. Lo más impresionante de todo, es que ese tumor estaba allí desde su nacimiento.
Al principio, intentaron monitorear el tumor, pero apenas se transfirió a otro hospital, otro médico le reveló que su tumor había crecido. “Tenían que operar en dos semanas”, relató. Como Frances tenía su examen final en cuatro semanas, los médicos decidieron hacerle una cirugía manteniéndola despierta.
Al inicio de la operación -durante la apertura del cráneo, la universitaria fue puesta a dormir, pero apenas comenzaron a extraer el tumor, ella debió ser despertada. “Me mostraban una pantalla con distintas imágenes que debía describir para que monitorearan mis habilidades de habla, para asegurarse de que nada saliera mal”, relata. Lo único doloroso, fue soportar la anestesia local en su cuero cabelludo.
La recuperación no fue nada fácil, ya que se le infectó en dos ocasiones, pero tras dos meses y medio, al fin pudo regresar a trabajar y estudiar tranquila. Hoy, ella está bien y entrena para correr en la Maratón de Londres para reunir dinero para el departamento de neurología que la salvó, ya que pocas fundaciones apoyan el tratamiento de tumores cerebrales.
Su principal recomendación, es que si comienzas a sufrir migrañas de la nada, consultes con el médico.
