Como le ocurre a muchas otras jóvenes, la inglesa Rebecca Smith estaba obsesionada con modelos híper delgadas como Candice Swanepoel. Esto la empujó a comer cada vez menos, al punto de que debió ser internada por su anorexia, ya que pesaba tan sólo 38 kilos.
Pero hoy, la estudiante de 23 años logró salir adelante gracias a su novio físicoculturista, Jonpaul Vital. Gracias a sus enseñanzas, logró superar el desorden y hoy es una de las principales competidoras de los concursos de bikini fitness en el país.
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Cuando niña, Rebecca creció alimentándose de manera saludables gracias a la influencia de su madre. Comía ensaladas, avena y ejercitaba a menudo. Pero cuando entró a estudiar a la universidad Leeds Metropolitan, sus hábitos cambiaron para mal. La joven se preparaba para irse a Majorca, España, de vacaciones por lo que decidió conseguir su “cuerpo de verano”.
“Iba cada mañana al gimnasio y hacía cardio por una hora. Luego llegaba a la casa a comer ensalada, leía algunos documentos y volvía al gimnasio en la tarde a levantar pesas”, agregó. La estudiante llegó a ir al gimnasio cada tres horas y siete días a la semana. Perdió mucho peso, pero eso no la detuvo y su hábito se volvió más extremo en España.
Como en este país no tenía suscripción en un gimnasio, corría 16 kilómetros al día y ejercitaba otras dos horas más. Su dieta consideraba sólo ensalada de pollo y uvas: “Me sentía orgullosa cabiendo en unos shorts talla 6 de cintura alta”.
“Pero iba a la playa y todas las chicas con curvas obtenían la atención de los chicos, mientras que yo no obtenía nada. No me daba cuenta de lo enferma que me veía”, relató.
A pesar de que su familia estaba a miles de kilómetros de ella, se dieron cuenta de que estaba mal tras ver una fotografía en Facebook. Aunque intentó mentirles, eventualmente volaron a verla a España. “Jamás olvidaré el ruido que hizo mi madre al ver mi cara y verme a mí. Se puso a llorar”, agregó.
Rebecca fue internada en un hospital, donde los médicos se sorprendieron de que no le diera un infarto cardíaco por lo delgada que estaba. Además, estaba al borde de la osteoporosis. Tras recuperarse durante un año, le permitieron volver al gimnasio, donde se enamoró de su entrenador personal, Jonpaul Vital.
Gracias a él, recuperó su amor por la comida y se fue adentrando en el mundo del físicoculturismo. Hoy, Rebecca pesa unos saludables 53 kilos y sigue entrenando duro semana a semana; gracias a esto, ganó el Campeonato Clásico de Bikini de Cumbria el año pasado. Ella se preocupa de que su estricto régimen no choque con su historial de desórdenes alimentarios:
“Algunos días no me siento tan bien conmigo misma y me vuelco en algo y otros días estoy bien. Un desorden alimentario es algo con lo que siempre tendré que vivir, pero lo tengo bajo control”, explica.
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