La inglesa Colvina Jolina (27) se encontraba en la cocina de su hogar en Chichester (West Sussex, Gran Bretaña) cuando sufrió un colapso y cayó desmayada al suelo. La joven tenía 23 semanas de embarazo cuando sufrió un infarto y debió ser llevada de emergencia al Hospital General Southampton.

Allí, los médicos le dieron a ella y a su bebé un 10% de probabilidades de supervivencia. Su familia esperaba descorazonada en torno a su cama, cuando de pronto la mujer hizo algo increíble -considerando que estaba en coma-: levantó su mano y se tocó el vientre.

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Su esposo salió corriendo a buscar a los médicos y cuando estos llegaron, sus latidos habían caído fuertemente y descubrieron que no estaba llegando suficiente oxígeno al bebé, por lo que debieron llevar a cabo una cesárea de emergencia.

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Con apenas 1.3 kilos y gracias al milagroso gesto de su madre, logró llegar al mundo la pequeña Maia, como recoge el medio inglés Mirror. Colvina afirma que aquel día “me sentía horrible. Tenía una fea migraña en la parte de atrás de mi cabeza. Todo lo que recuerdo es gente hablándome y corriendo alrededor mío y algo que sonaba como jerigonza”.

Una semana después de salir del coma, fue trasladada al Hospital Reina Alexandra, donde al fin pudo conocer a su hija en persona. Pero los médicos estaban en shock de que supiera de que ya era madre, ya que aún no le contaban nada. “No puedo explicarlo. Supe inmediatamente que ella era mía”, detalla.

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“Después de que ella naciera y cuando finalmente desperté, los médicos me dijeron que se me acababa el tiempo y que tuvieron que salvar a mi bebé de la mejor forma posible. Estaba tan feliz de que la salvaran, ella es todo para mí”, precisó.

Tras ser puesta en una incubadora, Maia se recuperó por completo y Colvina espera volver algún día a su carrera de enfemería. Mientras, ella y su esposo se mudaron junto a su madre, ya que aún no recupera la movilidad y no puede cuidar apropiadamente a su bebé por su cuenta.