Para muchos conseguir un buen bronceado pasando varias tardes de sol junto a la piscina o la playa, puede ser una experiencia de relajo total, sin embargo, cuando el verano está lejos, los que quieren verse un poco más morenos deben recurrir a otras técnicas bastante más invasivas.
Eso quiso hacer Chantelle Tolson, quien decidió arriesgarse con inyecciones de bronceado, o más bien dicho, una sobredosis de ellas.
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A los 21 años, la camarera oriunda de Inglaterra, comenzó con sesiones de 6 minutos en una cama de solar, motivada porque quería aclarar algunas marcas que le dejó un eczema, no obstante, al cabo de unas semanas, la joven comenzó con dos sesiones de 12 minutos cada dos días, ignorando el potencial daño que le estaba provocando esta exposición UV a su piel, consignó el medio inglés Daily Mail.
Chantelle solo suspendió este hábito cuando quedó embarazada, pero luego de dar a luz a la pequeña Lilly-Anne, en julio de 2012, volvió a su amor por el bronceado, solo que esta vez no fue una cama solar, sino que se inyectó Melanotan 2, una hormona péptida que se utiliza precisamente para promover el bronceado.
Tolson asegura que veía videos en internet donde aseguraban cómo llevar a cabo esta práctica de manera segura, por lo que se inyectó más de 20 veces, pero luego de la inyección número 20, comenzó a sentir importantes molestias. “Luego de alrededor de 20 inyecciones en las que puse 5ml de la solución, en vez de 0.5ml, me sentí muy mal. En cuestión de horas sentí dolor de estómago, peor que las contracciones de un embarazo“, contó, agregando que su piel se volvió un tanto marrón pero sucia.
Una vez que se recuperó, la joven volvió a inyectarse, cada dos días, hasta que notó un bulto en sus nalgas, donde retomó el asunto con las inyecciones luego de lo que le pasó en su estómago. Los médicos de urgencia le dijeron que debía parar de inyectarse y le recomendaron algunos antibióticos, sin embargo, el bulto siguió aumentando de tamaño hasta que finalmente estalló.
Su piel se volvió negra y los doctores le comentaron que su piel se estaba pudriendo. Es por eso que ha tenido que seguir tomando antibióticos y seguir otros tratamientos, pero Tolson no tiene esperanzas. “Mi situación no ha mejorado en absoluto“, dice ella, “de hecho, ha empeorado“.
Asimismo, la mujer resignada califica su experiencia como irónica: “Lo hice todo por vanidad, y ahora estoy cubierta de cicatrices“, asume.
Lamentablemente, Tolson reconoce que aún siente la necesidad de broncearse, por lo que va a una cama solar dos veces por semana por 12 minutos cada vez. “Aún necesito estar bronceada, pero no dejaría nunca que mi hija entrara a una cama solar o use inyecciones“, remata.