Ser transgénero no es fácil, especialmente en una sociedad tan discriminadora y conservadora. Es por esto que la positiva historia de una mesera de Minneapolis rápidamente se apoderó de las redes sociales.
Todo comenzó cuando una familia llegó hasta el lugar de trabajo de Liv Hnilicka y al verla, una pequeña niña comenzó a hacer preguntas, “¿es niño o niña?”. En vez de responder cualquier cosa, sus padres tomaron la iniciativa de dejar que ambas conversaran. Este es el relato de Liv, escrito originalmente en su página de Facebook en inglés y traducido por Página 7:
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“Esta tarde, estaba atendiendo mesas en mi trabajo en un bello día otoñal. Dos padres y su joven hija llegaron; su padre le rascaba la espalda adorablemente mientras caminaban. Mientras rellenaba la estación de agua, él se acercó y me dijo: ‘mi hija preguntó si eras niño o niña. No quise hablar por ti, así que ¿podrías conversar con ella?’ Nerviosamente le dije que sí y caminé a su mesa”, explicó.
“’Hola, me gusta tu cinta en el pelo’, le dije. ‘Escuché que preguntaste si yo era niño o niña. Creo que lo más importante es recordar que cualquiera puede ser lo que quiera en este mundo. También es importante ser la mejor versión de nosotros mismos con nuestra familia y amigos. E incluso, con los extraños’”, continuó.
“’Así que para responder tu pregunta, a mí me dijeron que era un niño cuando pequeña y ahora vivo mi vida adulta como una niña. Suena complicado, pero es bastante simple. ¿Tienes preguntas para mí?’. Ella simplemente me miró, sonrió y dijo que no”, siguió su relato.
“Me fui de esa mesa sintiéndome muy bien, porque los padres intencionalmente hablan con sus niños de temas difíciles. Y al darle el poder de la voz a la gente con sus verdades, en este complicado mundo, es bello y sanador. Bien hecho, mamás y papás, están haciendo espacio para gente trans o sin género confirmado como yo”, concluyó.
La mesera explicó a la revista Cosmopolitan que jamás ensayó una respuesta así, pero al estar expuesta constantemente a interacciones negativas con otras familias, varias veces había pensado en qué le diría a un niño, si pudiera conversar con alguno.
“También pensé en mí misma cuando niña y las formas en las que era o no era expuesta a gente con la que podía identificarme. Los niños simplemente quieren aprender de todo, así que son importantes estos momentos”, detalló Liv.
La mesera está asombrada con la positiva respuesta que despertó su historia: “La compartí con la gente porque esperaba mostrar que las experiencias positivas sólo traen más conversaciones sobre la sociedad que queremos y cómo tratar a la gente”, concluyó.