Aixa Rizzo es una joven argentina, quien como muchas otras mujeres, ha sufrido el acoso callejero. El hecho había ocurrido en la puerta de su casa en Buenos Aires, y sus victimarios habrían sido los trabajadores de una obra eléctrica al otro lado de la calle. Lo peor de todo, es que cuando intentó denunciarlos, en la fiscalía la trataron de exagerada.
“Te vamos a romper el orto”, fue una de las “finas frases” que le gritaron, luego de hacerle una encerrona. Ella logró arrancar usando un gas pimienta, pero la indiferencia de fiscales y policías la tomó por sorpresa. Es por esto que Aixa decidió subir a Youtube su testimonio, el cual suma casi 300 mil visitas.
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Los problemas habrían empezado hace un mes atrás, como relata: “Desde que empezó la obra (…) me gritan todo tipo de groserías, y eso me pone bastante incómoda. En una oportunidad les pedí que lo dejen de hacer y funcionó, por sólo un día”.
Hasta que llegó el día de la encerrona. Como esto ocurrió cuando estaba sola, “tengo miedo de pensar que es porque sabían que no había nadie más en mi casa”, agrega en el crudo video. “(…) cuando estaba por abrir la reja, apareció uno de estos hombres que trabaja en la obra y empezó a decirme todo tipo de guarangadas”, detalla.
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“Esperé que se fuera. Él se fue para la derecha y yo, por suerte, me tenía que ir para el otro lado. Cuando abro la reja para salir, este señor empieza a caminar por atrás mio y le grita a un compañero que estaba en la otra esquina, a la cual yo tenía que llegar: ‘hay que llevar este caño para allá’. A lo que el otro le contesta ‘¿y a ésta adónde la llevamos?’”.
Un hombre comenzó a acercarse por al frente y otros tres por detrás y fue ahí que ella sacó el gas pimienta. Ahí ellos “empezaron a insultarme diciéndome que no era para tanto y que era una loca de mierda”.
Aixa escapó en un taxi y llegó hasta la fiscalía a denunciar, donde le dijeron “bueno por un piropo no podés hacer una denuncia”. Fue ahí que perdió la paciencia y le contó las frases que le gritaron, que “se sintió un poco más sensibilizado y me tomó la denuncia”.
Le pusieron una custodia en la puerta de su casa, pero también le dieron una peculiar “recomendación”: “lamentablemente su superior le dijo a mi mamá que la próxima no me defendiera, porque si me defendía, me podían acusar de lesiones. Ahora hay una custodia en la puerta de mi casa y los señores están cantando ‘si organizamos cojemos todos'”, relata.
“No quiero dar mi opinión al respecto por este medio, lo dejo a su criterio. Pero, que la cultura de la violación existe y que hay una impunidad total está más que claro”, concluyó la joven, quien ha logrado despertar conciencia sobre el acoso callejero en Argentina y quiere que logren legislar al respecto.