Este jueves, Bailando por un Sueño entró en receso debido al coronavirus, por tiempo indefinido. Y uno de los momentos que marcó el último capítulo del programa de Canal 13, fueron las sentidas disculpas de Aníbal Pachano, quien se emocionó hasta las lágrimas.
El motivo fue unas declaraciones emitidas por el jurado argentino a un programa de su país en donde cuestionó la cuarentena, diciendo que “no voy a vivir entre cuatro paredes porque se le ocurra al presidente de la nación”.
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Por lo mismo es que se disculpó en vivo por sus declaraciones. Y en medio de su discurso indicó que un actor argentino fue fundamental para que reflexionara sobre sus dichos.
“Quiero agradecerle Miguel Ángel Solá que escribió una carta, donde me hizo pensar que tenia que hablar. Lo iba a hacer por Instagram, pero me aceleró el proceso. Es un actor que vive en España y que está viviendo una realidad que nosotros estamos recién empezando a entender”, afirmó.
Pero, ¿qué decía dicha carta? Solá escribió una “carta abierta a un desubicado más” en su perfil de Facebook, en donde se refiere a Pachano con respeto, pero con dureza, indicando que sus comentarios “atentaban contra la vida de todos”.
Parte de la carta señala: “Puede llegar a comprenderse dado que en ese espacio se vuelve tonto el capaz. Pero no puede justificarse semejante inconsciencia, indiferencia hacia el otro o pura ignorancia“, indica el escrito.
Asimismo, Solá añade que “este es un problema que la muerte le plantea a la vida. Y no sólo a usted, sino también a su talentosa y bella hija, a sus amigos, sus colegas, gente que quiere y que no quiere, y a su propia empatía y capacidad”, enfatizó desde España, uno de los países más golpeados por el COVID-19.
“Usted ha incurrido en un delito de lesa imbecilidad” y que el presidente “debería ponerlo a usted un ratito en un rincón para que tenga tiempo de meditar sobre la barbaridad inoportuna que ha cometido, que convive con la ilegalidad”, sostuvo.
Lee la carta completa de Solá
“Acabo de leer que en un espacio de comidas de TV -que por seguridad la anfitriona no toca-, un valioso artista de varieté, dijo: “Yo no me pienso esconder porque se le ocurre al Presidente.
Puede llegar a comprenderse dado que en ese espacio se vuelve tonto el capaz. Pero no puede justificarse semejante inconsciencia, indiferencia hacia el otro o pura ignorancia. O peor aún: como una chicana política. No vuelva por ahí, Aníbal Pachano. Este no es un caso de rebeldía anti peronista; éste es un problema que la muerte le plantea a la vida. Y no sólo a usted, sino también a su talentosa y bella hija, a sus amigos, sus colegas, gente que quiere y que no quiere, y a su propia empatía y capacidad. Este virus no discrimina entre afectos y no; entre peronistas y macristas. Ni entre chorros o no chorros. Entre pedófilos o no. Ni entre capos narcos o traficantes de mujeres, órganos, niños y arnamentistas o no. Ni siquiera entre falsos talentos o no. Ojalá lo hiciera.
Sé que está acostumbrado a luchar contra las adversidades, lo sé valiente y lo admiro. No empañe su calidad humana con ese tipo de cosas. Si usted quiere no creer, sepa: ayer hubo -sólo en España- 150 muertos y ciento de nuevos contagios, muchos de ellos por haber quebrantado los protocolos decretados por Sanidad Social. Calculan, los que llevan estadísticas, que el paso del virus se llevará consigo 65.000.000 de humanos. También se sabe que a las estadísticas suele irle mejor que a las personas.
Como individuo, puede usted decidirse hasta por la eutanasia asistida (no sé si está en vigencia allí aún), pero como miembro de la sociedad que lo ha visto crecer -gracias su enorme esfuerzo y capacidad, y a quienes lo impulsaron con su apoyo-, no tiene derecho a convertirse en un egoísta, en un mínimo, en un ejemplo del atraso corazonal ni de la ignorancia cerebral. Ayude a vivir a los demás. Enciérrese y refresque su alma leyendo La Peste, de Albert Camús, para enterarse de lo que con su ‘palabra autorizada’ puede llegar a provocar.
Recuerde que por años de mala educación civil tuvimos 19 gobiernos militares y ladrones de todo tipo y signo, los más repugnantes, sentados, salvo honrosas excepciones que dijeron ¡no!, en la mesa en que usted comió. Queda a su criterio y riesgo. Pero claro, no es lo que entra en su boca lo que envenena a los demás, si no lo que de su boca sale. En una EMERGENCIA CIVIL no se debe incitar a la DESOBEDIENCIA CIVIL, aunque se hable en primera persona.
El señor Presidente de la Nación Argentina, que está llevando muy bien el tema Coronavirus -pese a la precariedad de medios y a los asquerosos manipuladores de redes sociales, e intermediarios-, si hasta ahora no lo ha hecho -porque él sí tiene tareas muy pesadas que resolver y no solo por la funesta herencia recibida-, podría y debería ponerlo a usted un ratito en un rincón para que tenga tiempo de meditar sobre la barbaridad inoportuna que ha cometido, que convive con la ilegalidad y no puede aceptar la ciudadanía (peronista y no) como libertad de expresión, porque ha atentado contra la vida de todos; tal como lo pretendía un imbécil que reventó a trompadas a un guardia de seguridad por exigirle cumplir el protocolo.Lo que de palabra hizo usted es su equivalente.
Los argentinos clamamos ¡Justicia! ¡a los gritos!, según la campana que toca, pero solemos despreciar y saltarnos la Ley cuando nos dan el más imperceptible guiño despreciando esa Ley que nos debe hacer iguales en derechos y obligaciones. Usted ha incurrido en un delito de lesa imbecilidad, que hace perder a la Argentina horas (y lleva 20 días de ventaja para usar sus herramientas con respecto al Coronavirus, gracias a la desgraciada experiencia de otros países), discutiendo si su irracional actitud de nene bien rebeldísimo (a su edad) es compatible con esos derechos y obligaciones. O bien lo ha hecho conociéndolas y pasándoselas por el forro, creo yo, debido al primer trofeo de utilería que se llevó a la boca, que actúa como la droga de verdad, pero al revés.
Actitudes como la suya -como bien ha escrito María Elena-, hacen que la humanidad retroceda en cuatro patas. No peque de ignorante si no lo es y no vuelva a ese ciclo, contagia a los buenos de hábitos malos y a los malos de peores. ¡Un bromatólogo a mi derecha, por favor! Miguel Ángel Solá”.