No hay caso. Cuando un artista se reconoce como tal, y se le “suben los humos a la cabeza”, a veces creen tener el poder para exigir los disparates más extravagantes.

Recordado es el caso de las más de 300 toallas blancas que pidió Juan Gabriel para venir al Festival de Viña, los cien ramos de rosas rojas en el camarín que pidió Miguel Bosé, las cien botellas de vino chileno que pidió Maná, o Charly García cuando mandó a pintar su pieza del Hotel O’Higgins completamente de negro y repletar de almohadas su cama en el mismo tono.

En definitiva, cada cierto tiempo los astros de la canción nos dejan sorprendidos con sus excentricidades, las que conforme pasa el tiempo son más desopilantes.

Luis Miguel volvió a sacar su chapa de divo. Resulta que lo contrataron en Argentina para grabar un comercial de una reconocida marca de agua mineral, pero hay unas cláusula del concurso que desató la polémica.

El Sol de México permanecerá un día solamente en Buenos Aires, y según confirmó el periodista y conductor de la versión trasandina de Intrusos, Jorge Rial a través de Twitter, el cantante pidió extrema confidencialidad, pues no quiere que “nadie lo vea”.

Eso no es todo, lo más raro es que según el periodista “todos firmaron un acuerdo de confidencialidad que incluye no hablarle ni mirarle a los ojos”.

Según el portal argentino TN.com, el mexicano incluso ha despedido a algunas personas por incumplir con su demanda.

Tanto es así, que los productores reservaron cinco días para la grabación, pero sólo en uno de ellos estará el Astro mexicano, y nadie sabe cuándo será.

¿No será mucho?