A 50 años del Golpe Militar, TVN estrenará la serie Los 1000 días de Allende, donde Alfredo Castro dará vida al expresidente.
La producción contará con cuatro capítulos que abordarán los tres años de gobierno de la Unidad Popular y último periodo de vida de Salvador Allende.
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Según comentó en una entrevista con The Clinic, cuando el productor Sergio Gándara le ofreció el personaje: “Le dije que yo no me parezco en nada a Allende y no sé cómo pretenden lograrlo. No te preocupes, lo solucionaremos. Dicho eso, acepté”.
Para prepararse, investigó durante un año, leyó biografías, vio documentales, entrevistó a Patricia Espejo, una de las secretarias del exmandatario y fue invitado por Isabel Allende a la casa familiar.
Además, el equipo de maquilladoras trabajó para hacerlo parecer al protagonista: “A medida que el personaje aparecía en mí, más parecido me veía a mi papá“.
“Fue una simbiosis muy bella y extraña; no se parecía a mí, tampoco a Allende, sino a ese tercer cuerpo que es el Allende que yo interpreto. Fue tan grande la emoción de reencontrarme así con mi papá, que le dediqué este trabajo. Es un homenaje que le estoy haciendo”, afirmó.
Los 1000 días de Allende no es un documental, sino que una reconstrucción dramática desde la ficción, que se centra no solo en Salvador, sino que en el periodo de la Unidad Popular.
“La dictadura borró todo el legado de la UP y mucho más que eso: la dictadura borró el lenguaje y el discurso de Chile con que toda la gente de esa época sabía argumentar y manifestarse consciente de sus propios derechos”, expresó Castro.
En cuanto a su opinión sobre el expresidente, el intérprete afirmó que “Allende no se ha puesto aún en el lugar que se merece. La ONU lo va a nombrar uno de los líderes más importantes del siglo XX y aquí recién lo estamos redescubriendo”.
“Fue una figura política notable y un verdadero estadista, un hombre del Estado. Me impactó mucho que siempre miraba al público en sus discursos, no perdía un segundo mirando un torpedo”, sostuvo.
En el mismo sentido, recordó que “su secretaria me contaba que le escribían tarjetas y que volaban, daban lo mismo, se largaba y no paraba. Allende era un ser de un nivel intelectual y de emoción muy potente, aunque en este último aspecto era muy reservado”.