Poco antes de morir, el antipoeta le dejó escrito a su hija Colombina, la mayor: “Atención importante: Ojo con la comercialización del escándalo”, una advertencia que parecía más una profecía, ya que apenas murió comenzaron los conflictos por herencia entre sus seis hijos.
En este contexto, la justicia decidió terminar- de alguna manera- con la disputa de una manera radical. El pasado 17 de octubre el notario público Jenson Kriman, mandatado por el Segundo Juzgado de Letras de San Antonio, se apersonó en la casa del “hombre imaginario” y procedió a poner sellos para que nadie pueda acceder a ella, ni menos apropiarse de los bienes muebles de su interior.
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La decisión dictada por el Vigésimo Tribunal Civil de Santiago, es una de las muchas acciones judiciales cruzadas entre los herederos del Premio Cervantes.
De acuerdo a los documentos a los que accedió Radio Bío Bío, la decisión se funda en una demanda ingresada por María Catalina y Alberto Parra, hijos del bate, donde aseguran que el poeta, al momento de firmar su testamento el 4 de septiembre de 2017, “no se encontraba con facultades mentales suficientes”.
Básicamente, el litigio judicial que se desarrolla en al menos cuatro juzgados distintos, busca revocar la decisión adoptada por el propio Nicanor, de entregarle como albacea y administradora del 58,3 % del total de la herencia a Colombina Parra, su hija mayor.
Parte de las acusaciones en contra de Colombina apuntan a que, pese al tiempo transcurrido, no ha hecho un inventario de los bienes, por lo que a su juicio no “existe seguridad alguna respecto a la integridad de los mismos”.
No es lo único, Alberto y Catalina mantienen otra acción legal ante el 26° Juzgado Civil de Santiago, para que Colombina abandone la casa ubicada en La Reina, donde reside con su familia. Al respecto, aseguran que, si continúa en el lugar, los herederos no podrán “percibir los frutos” económicos de la propiedad, de llegar a venderse.
Y si de descalificaciones se trata, Catalina Parra, dio un duro golpe a sus hermanos en la Revista Ya de El Mercurio en enero pasado acusándolos de haber vivido siempre gracias a los frutos de Nicanor: “Son hippies y punk y rockers y toda esa cosa anti-establishment. Son anti el trabajo de nueve a cinco”.
Como sea, el hecho es que la casa del antipoeta en Las Cruces, que se ubica entre la tumba de Vicente Huidobro en Cartagena y la que fuera residencia de Pablo Neruda, en Isla Negra, está sellada.
El notario que realizó la diligencia dejó por escrito una advertencia clara y explícita pegada en la puerta de entrada: “La rotura de sellos será castigada con las penas establecidas en los artículos 270 y siguientes del Código Penal”.