Hace un año atrás, la australiana Noela Rukundo viajó a su país natal, Burundi (África), junto a su esposo, Balenga Kalala. La idea era quedarse un par de días en un hotel, mientras ella asistía al funeral de su abuelastra: pero la madre de ocho niños jamás imaginó las verdaderas intenciones de su marido.
La mujer descansaba en su cama tras una larga jornada velando a su abuela, cuando recibió una llamada de su esposo: “Me dijo que saliera a tomar aire fresco”, le relató al Washington Post. Pero apenas salió del hotel, fue encañonada por un hombre: “No grites. Si comienzas a gritar, te disparo. Me van a atrapar, pero tú ya vas a estar muerta”, le dijo el extraño.
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Horrorizada, la mujer se sometió a su voluntad. Fue subida a un auto y condujeron por al menos 40 minutos con ella vendada; luego, la empujaron a un edificio y la ataron a una silla. De pronto, alguien le preguntó: “¿qué le hiciste a este hombre para que nos pagara por matarte?”.
Ella no les creyó, hasta que escuchó a la misma voz de quien fue su esposo por 11 años, ordenando por teléfono: “Mátenla”. Noela se desmayó, pero cuando reaccionó se dio cuenta de que su vida no corría peligro, ya que los mercenarios le explicaron que ellos no mataban mujeres y además, conocían a su hermano.
Ellos le mintieron a su marido y le informaron que estaba “muerta”, para conservar su dinero. Dos días después, la liberaron en la carretera junto a un teléfono que tenía las grabaciones de todas sus conversaciones, además de un recibo del pago que les hizo. “Siempre supe que él era un hombre violento. Pero no creí que pudiera matarme”, explicó Noela.
La mujer logró regresar a Australia con ayuda de la embajada de Kenia, para luego poner en marcha su plan de venganza. Su esposo le había dicho a todos que había muerto en un trágico accidente y todos se habían reunido en su casa para “despedirla”. Pero apenas vio salir del lugar a su esposo, ella lo abordó. “¿Tengo algo en mis ojos? ¿Eres un fantasma?”, le dijo en shock. “¡Sorpresa, estoy viva!”, le respondió ella.
Aunque el hombre negó haber intentado asesinarla, Noela logró que posteriormente lo confesara por teléfono, mientras la llamada era grabada secretamente por la policía. Después, admitió que quiso matarla porque pensaba que lo dejaría por otro hombre, cosa que ella niega. Debido a este crimen, deberá pasar 9 años en la cárcel.
A pesar de su valiente historia, la comunidad congolesa de Australia vio con malos ojos que ella entregara su esposo a la policía, así que ha recibido amenazas de muerte e incluso, un día pilló la puerta de su casa destruida, por lo que está a la espera de que las autoridades la trasladen a un nuevo hogar, donde pueda empezar de cero junto a sus ocho hijos.