Todos hemos caído, alguna vez, en el hábito de tomar agua desde una botella durante todo el día rellenándola una y otra vez, sin embargo, hay varias “verdades” que esta práctica esconde y que no tenemos idea.

Una de las primeras aprensiones respecto al uso sin límites de una botella plástica, es el traspaso de bacterias entre el envase y nuestra boca. Según la doctora en bioquímica y directora de investigación de la Facultad de Odontología de la Universidad de Chile, Denisse Bravo, en la boca tenemos cerca de 700 especies de bacterias distintas, por lo que “si una botella se reutiliza muchas veces y no se lava, muchos de esos microorganismos se van a transferir al gollete y van a proliferar”, señala la especialista a LUN.

De todas formas, explica que si estos microorganismos pertenecen a la misma persona, no habría un problema de salud, pero el tema cambia cuando la botella es compartida.

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Si no se usa durante algunos días y no se enjuaga, las bacterias van a multiplicarse y van a servir de base para otras que pueden sobrevivir semanas”, indica, agregando que si empieza a generarse mal olor, es una advertencia para no volver a usarla.

En el mismo contexto, Alejandra Molina, cirujano dentista especialista en patología oral, señala al medio que si bien las bacterias en la saliva necesitan un medio húmedo para proliferar, entre otros factores, es difícil que se genere alguna complicación, a no ser que exista una mala higiene o haya problemas de nutrición, pero serían casos específicos. “Me cuesta imaginar que pueda provocar algún tipo de dificultad rellenar una botella si está limpia y si se hace con agua potable”, asegura.

En tanto, el doctor en ciencias bioquímicas y académico de la Escuela de Ingeniería Bioquímica de la Católica de Valparaíso, Álvaro Díaz, señala que los envases plásticos liberan bisfenol, un compuesto orgánico que “podría afectar a las células”. Además, recomienda no lavar las botellas con detergente pues pueden quedar las moléculas adheridas al plástico.

Por último, la ingeniera química y gerenta de desarrollo de la Asociación de Plásticos (Asipla), Mónica Reyne, indica que hay mucho de “mito urbano” en el tema de las botellas y su “peligrosidad”, pues un envase de plástico PET, el que se usa para las botellas de gaseosas y agua mineral, tiene la garantía de ser un material “inocuo de bacterias”, por lo que si se llenan de éstas no es un tema de la botella sino que de la persona. “Es como la loza de la casa. Hay que lavarla bien para que no se llene de bichos. Las botellas que se usan con el agua también hay que lavarlas”.