La actriz principal de la teleserie de TVN La Poseída, no sólo protagoniza escenas sensuales en la nocturna, donde cautiva a todos con su personaje de Carmen Marin, sino también en las sesiones fotográficas.

En una entrevista concedida a la Revista Caras, Luciana Echeverría contó diversos pasajes de su vida, dejando en claro que no ha tenido una vida fácil.

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El rostro de TVN contó que sufrió bullying en el colegio y que incluso debió recurrir a terapias para poder superarlo.

“Quería ser grande rápido, vivir la vida, me lateaban las cosas de niños. En el colegio lo pasé pésimo, siempre fui objeto de bullying, y ya de adulta —cuando comencé con terapias— vine a saber cuánto me afectó. Me costaba adaptarme a los lugares; independiente de lo que proyecte, soy muy tímida. No me es fácil establecer relaciones, entregarme; me da miedo el rechazo. No voy a eventos sociales, los encuentro falsos; la mayoría de los asistentes tiene ansiedad de demostrar algo. Ahora hay un boom socialité súper fuerte, con marcas que te auspician y visten; ¡no me interesa! Siempre he confiado en el trabajo, mi pega es actuar. Si me llaman de un canal, será por eso, no por la empresa que represento; me daría vergüenza”, narró Echeverría.

La actriz de 24 años señaló que después de la muerte de su padre, cuando ella tenía 14, comenzó un nuevo camino, y que a los 16 ya vivía sola, agregando que se saltó “esa etapa juvenil en que carreteas harto y eres más irresponsable. Tuve que crecer a la fuerza, madurar antes, pagar cuentas, hacerme cargo de mí. Siempre he tenido los pies en la tierra por esa cosa de sobrevivencia, de cuidarme, por eso no sé si me hubiera gustado pasar por el proceso de perderse un tiempo como lo hicieron varios de mi generación. Además, como hace rato me sé manejar sola, no tengo ese estrés juvenil de ¿qué voy a hacer con mi vida?, ¿cómo me voy a sustentar? Adelanté camino, estoy relajada, viviendo sin cuestionarme tanto y pasándolo bien”.

Con respecto a su carrera profesional contó que “Estoy contenta de no haber pagado una universidad —que te roba millones—, ni haberme metido al sistema. Me preparé viendo documentales, cursos de sicología, tomando talleres en la academia de Fernando González; estudié dirección escénica en Cuba, en una de las escuelas más importantes de Latinoamérica. Soy autoexigente y estoy constantemente perfeccionándome. Ha sido bonito; es un camino particular, personal y solitario”.

Pero además de contar detalles de su vida, Luciana posó a la cámara del fotógrafo Camilo Melús, con esa mirada felina que la caracteriza y con un maquillaje de Maca Matte.

Revista CARAS
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