Es sabido que la vida de Ignacio no ha sido fácil, y es que el único varón que queda en competencia en las cocinas de Canal 13 ha tenido que remar contra la corriente toda durante gran parte de su vida.

A los 11 años, y cuando tendría que haber estado jugando a la pelota o en la plaza con sus amigos, el calvo cocinero aficionado las oficiaba de apoyo principal de su mamá, ya que debía cuidar a sus hermanas, prepararles la comida, darles la ‘papa’ y mudarlas.

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Con el paso de los años y debido a la escasez de ‘lucas’ en su casa, tuvo que trabajar desde muy joven. “Empezó a trabajar de empaque, luego en el McDonalds. Ahí se inició su gusto por el tema de cocinar. Vio cómo hacían las hamburguesas, la rapidez y las reglas de higiene”, señaló Muriel, pareja de Ignacio con quien vive desde hace 8 años.

De igual forma, y al ver que el dinero que entraba a su familia no era suficiente para mantenerla, Ignacio delinquía para llevar alimentos a su casa. “Él se portaba mal por necesidad. Como a la mamá no le alcanzaba, iba al súper y sacaba leche, cereales o esas cosas, para no tener hambre. Eran cosas para comer”, agregó la pareja del flamante finalista de MasterChef.

De hecho, en esos malos pasos Muriel conoció a Ignacio, pero como el amor es más fuerte, se enamoraron, no obstante, la joven le dio un ultimátum.

“Diosito me puso en su camino, porque a las tres semanas de relación le dije: o es ese mal camino o yo. Era su vida o esta nueva vida junto a una mujer que lo iba a querer toda la vida; él aceptó quedarse conmigo y amó a mi hijo mayor como si fuera de él. Él cuenta a sus dos hijos, no hace diferencias”, finalizó según publica diario La Cuarta.