Uno de cada diez niños padece alergias alimentarias en los países desarrollados, según la Organización Mundial de la Alergia, y su prevalencia ha ido en aumento en los últimos años.
Cualquier alimento puede dar alergia, si bien los que más reacciones alérgicas graves provocan son: la leche, los huevos, los frutos secos y las frutas, así como algunas verduras, pescados, o mariscos.
Entre sus causas, la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología, y Asma Pediátrica (SEICAP) apunta a factores de riesgo nutricionales, pero también genéticos, de forma que niños con alergias alimentarias pueden presentar una mayor predisposición a tener otras enfermedades, como el asma.
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“La alergia alimentaria es una emergencia que suele manifestarse durante los primeros minutos posteriores al contacto o a la ingesta del alimento responsable“, describe esta sociedad científica.
“Los síntomas suelen ser la aparición repentina de picor, de urticaria, hinchazón de la cara, de los labios, de la lengua, o de la garganta, que podrían acompañarse por una dificultad para respirar, sensación de mareo y bajada de tensión. También es común que se produzcan vómitos o diarrea”, añade.
Una reacción alérgica severa puede desencadenar en una anafilaxia, siendo precisamente los alimentos la causa más común de esa reacción, en menores de edad, adolescentes y jóvenes.
Alergias alimentarias sí pueden ser temporales
En este sentido, Laura Álvarez, médico pediatra de Atención Primaria y especializada en nutrición infantil, ve fundamental que los niños, sus familiares y cuidadores aprendan a manejar las alergias alimentarias.
Lo anterior, reconociendo sus síntomas, y respondiendo ante una crisis anafiláctica con el manejo de los autoinyectores de adrenalina/epinefrina.
Finalmente, recuerda que sí hay alergias que pueden ser temporales y, subraya, que de hecho muchos niños que son alérgicos al huevo o a la proteína de leche de vaca, terminan tolerándolo al cabo de unos años.