La hiperhidrosis afecta a entre un 1% y 3% de la población a nivel mundial.

Pese a tener un componente hereditario, sus causas son hasta ahora desconocidas y se caracteriza por una producción exagerada de sudor en cara, manos, pies o axilas frente a un sobre estímulo del sistema nervioso simpático, sin depender de la temperatura externa ni existir otra enfermedad que la produzca.

El doctor Francisco Suárez, especialista de la Unidad de Cirugía de Tórax de Clínica Santa, María explica que “en promedio, una persona transpira diariamente entre 400 y 500cc, sin embargo, quienes tienen esta enfermedad pueden hacerlo hasta 10 veces más”.

“Aunque la cantidad de sudor producido no es el criterio principal para decidir quiénes necesitan tratamiento. Lo más importante es entender en qué grado afecta la calidad de vida de la persona que tiene hiperhidrosis”, aclara.

El especialista señala que lo más habitual es que se presente en la adolescencia y si bien en algunos casos puede disminuir después de los 40 o 50 años, no siempre ocurre, por lo que es aconsejable tratarla.

Las personas con esta condición muchas veces ven afectadas sus relaciones sociales o laborales, llevándolas incluso a sufrir trastornos en su autoestima.

“En sus formas severas, puede provocar complicaciones médicas, como dishidrosis palmar y digital (descamación de la piel), bromhidrosis axilar (mal olor) y dermatitis (irritación de la piel incluso con pigmentación)”, agrega el especialista de Clínica Santa María.

Pexels (cc)
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Un camino para dar solución definitiva a este problema es la simpatectomía, procedimiento que tiene una efectividad de 99%, no requiere de tiempos prolongados de hospitalización y tiene una rápida recuperación.

La cirugía dura alrededor de 35 minutos, es mínimamente invasiva, casi no deja cicatrices, y la mejoría es inmediata en la gran mayoría de los pacientes, los que son dados de alta al día siguiente o incluso el mismo día.

Bárbara tiene 38 años y se realizó este procedimiento en septiembre.

“Tenía este problema desde los 24 o 25 años y era un tema que interfería con mi vida, porque para poder disimularlo tenía que cambiarme de ropa varias veces al día y usaba solo prendas sueltas, con colores claros, para que se notara menos el sudor. Decidí operarme después de probar varios tratamientos, como cremas que no dieron resultado”, relata.

¿Cómo es la intervención?

Respecto de la intervención, el especialista detalla: “Se realizan dos pequeñas incisiones de 5 milímetros en la axila, por donde se introduce una cámara de video de fibra óptica que permite visualizar el interior del tórax. Se secciona la cadena y aíslan los ganglios simpáticos, responsables de estimular la producción de sudor en la cara, palmas de manos o axilas, según sea el problema a tratar”.

En el caso de Bárbara, la operación ha generado un cambio importante: “Cuando más lo noté es cuando volví al trabajo, porque me sentía segura y la verdad es que ya ni siquiera me acuerdo de cómo era antes de operarme. Por ejemplo, cuando voy a comprarme ropa, ya no me preocupo del color, la textura o la tela”.