Para muchos la palabra procrastinación puede sonar desconocida e indiferente, pero más de uno ha vivido la situación de postergar alguna tarea, la cual es sustituida por acciones más irrelevantes o agradables debido al miedo que nos da hacerlas o a la pereza.

Viendo su etimología, este concepto proviene del verbo en latín procrastināre (postergar hasta mañana). Aunque también se deriva de la palabra del griego antiguo akrasia (hacer algo en contra de nuestro juicio), lo cual entrega una mayor comprensión de ésta.

Aunque para algunos aplazar acciones o hábitos puede ser símbolo de flojera, esto está muy lejos de lo real.

Así lo comenta a Página 7 Luis Pino, académico de la Escuela de Piscología de la Universidad de las Américas: “En la medida que las personas tengan temas pendientes, por ejemplo, situaciones u objetivos, estos en algún minuto de nuestras vidas se transforman en un patrón continuo de conducta evitativa”.

Esto quiere decir que te puedes transformar en un individuo que cotidiana o recurrentemente estás evitando enfrentar tus deberes y responsabilidades, o sencillamente hacerte cargo de cosas pendientes que tienen que ver con unas problemáticas”, explica.

“Esto va a significar que en algún minuto tú te veas sustantivamente frustrado por la resolución de un problema o aumenten las problemáticas y no sepas qué hacer viéndote entrampado en una situación conflictiva que si hubiese sido resuelta a tiempo, no crecería”, complementa el docente sobre las consecuencias que la procrastinación puede generar.

Lo postergado hoy: un problema para mañana

En el estudio titulado Procrastinación y la prioridad de la regulación del estado de ánimo a corto plazo: Consecuencias para el yo futuro de 2013, sus autores Fuschia Sirois y Timothy Pychyl definieron estas conductas como: “La primacía de la reparación del estado de ánimo a corto plazo… por encima del objetivo de las acciones planeadas a un plazo más largo”.

“La urgencia inmediata de administrar los estados de ánimo negativos”, complementa Sorois.

El psicólogo Hal Hershfiel, profesor de Mercadotecnia en la Facultad Anderson de Administración de la Universidad de California en Los Ángeles, también desarrolló esta temática en su investigación denominada Auto-continuidad futura: cómo las concepciones del yo futuro transforman la elección intertemporal, en donde analiza cómo el cerebro reacciona frente a diversos contextos.

“Realmente no fuimos diseñados para pensar hacia adelante en el futuro más lejano, porque necesitábamos enfocarnos en proveer para nosotros mismos en el aquí y ahora”, declara el académico.

Hershfiel, en dicho texto, señala que cuando nos enfrentamos con una tarea que pueda generar inseguridad o ansiedad, la amígdala -que funciona como “detector de amenazas”- la percibe como una que puede afectar la autoestima.

Si reconocemos que suspender la tarea creará más estrés en el futuro, el cerebro actuará para eliminar la amenaza en el presente, actuar que los investigadores lo acuñaron como “secuestrar la amígdala”.

¿Cómo podemos comenzar a enfocarnos en nuestro bienestar?

El contexto de pandemia sin lugar a dudas ha sido un factor que incide en dejar de lado cosas importantes.

Para el académico Luis Pino, es de vital relevancia la adaptación a los cambios.

“Dado lo inesperado y lo que se ha instalado como la palabra normalidad, es decir, nosotros teníamos una forma de funcionamiento que era feliz, estable y al mismo tiempo aparece la pandemia, que es impredecible y nos quita la estabilidad, y que nos saca de esa normalidad. Esa idea en definitiva también nos ha hecho mal, asumir que la pandemia es algo anormal; es parte del desarrollo de la humanidad el que surjan ciertas problemáticas y en este caso una de índole global”.

Que las personas en una condición en el contexto de pandemia dejemos a posteriori algunas circunstancias, puede tener una dimensión positiva y beneficiosa, sin embargo, las personas tenemos que priorizar y organizar, por ejemplo en categorías, cuáles son las cosas que en este contexto de pandemia nos benefician, para así poder abordar y continuar con ellas”, detalló el docente.

Para concluir, el académico de la Escuela de Piscología de la Universidad de las Américas, menciona la importancia del acompañamiento de un profesional experto para trabajar este tipo de conductas.

Lo primero es tener conciencia, lo cual es lo más difícil, es el primer peldaño de una escalera en donde tú tienes que llegar a un lugar donde puedas tener cierto grado de control de tu medio ambiente. Esto quiere decir entonces, que conocer el patrón conductual va a ayudar a que puedas empoderarte o hacerte cargo de hacer algo con esa conducta que se a transformado en disfuncional”, finalizó.