El hígado graso ―o esteatosis hepática― es la acumulación de grasa en el hígado, es decir, de las células hepáticas, mayor o igual a un 5%, en personas que no han tenido un consumo exagerado de alcohol, que no poseen infecciones virales o bacterianas del hígado o que tampoco consumen drogas.

Según explicó Iván Aguancha, gastroenterólogo de Clínica Ciudad del Mar, a Página 7, “generalmente, el hígado graso es una patología asintomática que se detecta por la realización de exámenes de imágenes abdominales o por alteración de las transaminasas (enzima que participan en el metabolismo) en chequeos de salud”.

Cómo reconocerlo

El profesional comentó que “el consumo de alcohol era considerado como la primera causa del hígado graso y cirrosis; sin embargo, con los malos hábitos nutricionales, las enfermedades metabólicas aumentaron, y hoy la obesidad es considerada como la principal causa de este mal hepático”.

“75% de los obesos no consumidores de alcohol, con diabetes, resistencia a la insulina y dislipidemia, padecen de esta enfermedad. Otras causas pueden ser condiciones nutricionales (baipás yeyuno-ileal, nutrición parenteral total, ayuno prolongado, entre otros) o medicamentos de uso crónico (corticoides, antinflamatorios, tamoxifeno o metotrexate)”, detalló Aguancha.

El profesional enfatizó en que “hay que tener en cuenta que inicialmente esta condición no presenta síntomas, por lo que es muy importante estar informado al respecto y reconocer los factores de riesgo mencionados para poder tener una actitud preventiva”.

Por su parte, Beatriz Arteaga, directora de la Escuela técnico nivel superior de Enfermería, de UDLA, comentó a nuestro sitio que las causas y factores de riesgo están íntimamente ligados: “La principal es la obesidad en todos sus niveles, con predominio en aquella obesidad central, con presencia importante de grasa abdominal”.

“Los síntomas que genera esta enfermedad principalmente son: el agrandamiento del hígado; a nivel general se siente fatiga, malestar general, cansancio y dolor en la palpación de la zona superior derecha del abdomen”.

Diagnóstico

Carlos Valenzuela, gastroenterólogo de Clínica Biobío, comentó a Página 7 que “en Chile, un estudio realizado por el Departamento de Gastroenterología de la Universidad Católica, muestra que la prevalencia de hígado graso en la población general de Santiago es del 23%”.

“El diagnóstico de hígado graso se realiza en base a los hallazgos de la biopsia hepática. Esta muestra acumulación de grasa en los hepatocitos, y también puede haber diversos grados de inflamación y fibrosis. Aunque la biopsia hepática es el único examen que certifica el diagnóstico, existen otros exámenes no invasivos que permiten hacer el diagnóstico presuntivo de hígado graso como: ecografía, tomografía computada o resonancia magnética”, detalló.

En cuanto al pronóstico, Valenzuela explicó que “no todas las personas con hígado graso desarrollan complicaciones o daño hepático crónico. La mayoría de las personas con hígado graso no desarrollará una enfermedad con consecuencias graves. Aproximadamente solo el 20% puede tener algún grado de fibrosis hepática en la biopsia, que puede progresar a etapas más avanzadas de la enfermedad, como cirrosis y cáncer hepático. El hígado graso es probablemente la causa más común de cirrosis sin causa aparente”.

Sobre el mismo tema, Beatriz Arteaga detalló que “existe un porcentaje -no definido- que podría desarrollar un tipo de cáncer de hígado. En un 17% de la población, podría ser la causa de una diabetes mellitus y también se ha descrito que podría producir enfermedades cardiovasculares, por la aterosclerosis que produce”.

hígado graso
Pixabay (cc)

Tratamiento y prevención

“Existen tres ejes en el tratamiento. Uno no farmacológico, uno farmacológico, incluso uno quirúrgico. “El no farmacológico incluye principalmente cambios en los estilos de vida y el primer cambio es el régimen o la dieta, que asegure una pérdida de peso, principalmente de grasa abdominal”, comentó Arteaga.

Y añadió: “Por eso es importante realizar un control de calorías que favorezcan esta pérdida, aumentando el consumo de verduras y fibras en general, reduciendo los azúcares simples o refinados y las grasas saturadas o de grasa animal. Es súper importante aumentar el consumo de ácidos grasos omega 3 y se deben suprimir las bebidas alcohólicas“.

“Es decir, hay que controlar o prescindir de cualquier alimento azucarado, pasteles, dulces, leche entera, las frituras y debemos fomentar el consumo de frutas, verduras y todos los alimentos ricos en vitamina A, C y E, como el tomate, brócoli, espinacas, pimientos, frutos secos (nueces, almendras), la palta, y favorecer la hidratación de dos litros de agua por día, además del consumo de té, café, sopas”, añadió la profesional de UDLA.

Otro pilar fundamental del cambio de estilo de vida es el ejercicio físico. Según recomendó, debe realizarse por lo menos 3 veces a la semana, entre 30 y 60 minutos.

“Dentro del tratamiento farmacológico, los médicos incluyen -gracias a la medicina basada en evidencia- algunos tipos de fármacos que favorecen la menor absorción de grasas a nivel intestinal; también algunos insulinos sensibilizadores y también se recomiendan los fármacos que favorecen la disminución de la producción del colesterol a nivel hepático”, detalló Artegada.

En tanto, en aquellos pacientes “con obesidades extremas, con síndromes metabólicos asociados, se recomienda la cirugía bariátrica como la elección de salvataje para mejorar este problema de salud”.

Consejos

“Sabiendo que las principales causas son metabólicas y sobre el consumo de alcohol, hay que mantener un peso adecuado, una alimentación balanceada, disminuyendo hidratos de carbono y grasas, y aumentando la actividad física, ya que al disminuir la obesidad, disminuye su incidencia de manera importante”, recomendó Iván Aguancha.

“Todo paciente con variación de las enzimas hepáticas o transaminasas (GOT y GPT) por más de 6 meses, debe acudir a un gastroenterólogo, para que descarte otras causas de alteración hepática, diferentes a las metabólicas, como son las hepatitis crónicas B y C, enfermedades autoinmunes, enfermedades por depósito de hierro y cobre, entre otras”, indicó el gastroenterólogo de Clínica Ciudad del Mar.

“Habiendo descartado otras causas de alteración en las pruebas hepáticas, se debe realizar un manejo multidisciplinario de las enfermedades metabólicas, que incluye el tratamiento con nutricionistas, endocrinólogos y gastroenterólogos, además de mantener un peso adecuado evitando el sobrepeso y la obesidad, limitar el consumo de alcohol y aumentar la actividad física”, cerró.