En medio de la pandemia, muchas son las familias que están compartiendo más de lo común en sus hogares, lo que para mucho representa un panorama diferente que puede traer consecuencias como malos ratos y peleas por diferentes puntos de vista, o desobediencia.

Ante ello, inician los gritos, los cuales muchas veces llegan a ser agotadores tanto para los niños como los adultos, pidiéndose todo de la misma forma.

Según explicó Amaya de Miguel, creadora del libro Relájate y educa a ABC, es posible dejar de tratarse de esta forma en casa, vociferando en casa.

“Los adultos solo gritan y no actúan de otra manera porque nadie les ha enseñado a hacerlo de otra forma. No saben qué herramientas emplear para lograr que sus hijos les escuchen, les hagan caso… Por eso, los gritos se convierten en el único idioma de la casa”, explicó la profesional.

Al mismo tiempo, de Miguel es enfática en sostener que es común que los pequeños prefieran jugar a hacer deberes. “Conseguir que obedezcan es posible y sin gritar. Hay herramientas sencillas para lograrlo y sin necesidad de castigos, amenazas o premios que, al final, son otra forma de chantaje”, dijo.

“Soy madre de tres hijos que se llevan entre ellos un año y medio. Cuando me quise dar cuenta, me había convertido en la típica madre desesperada que todo lo pedía gritos. Un día decidí que no podía seguir así, por mi bien y el del resto de la familia. Busqué a alguien que me ayudará, me apunté a seminarios, leí muchos libros y, al final, encontré respuestas: las herramientas que necesitaba”, comentó Amaya quien entregó detalles sobre el resultado.

De esta forma, la especialista aseveró que tras su cambio de actitud su familia tenía mayor conexión y disfrutaban más estando juntos. “Mis hijos empezaron a formar parte de un equipo y hacían las cosas sin pensar que eran castigos”.

Gritos en casa
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Por lo anterior, la escritora es clara en sostener que para querer dejar los gritos, se debe confiar en el método, puesto que de lo contrario, este tipo de actitudes seguirán evidenciándose en el hogar.

“La mayoría reconoce que el 80% de sus relación con sus hijos es para darles instrucciones. Eso, hay que cambiarlo. Hay que practicar la escucha, los besos, los abrazos, las caricias, preguntarles cómo se sienten, qué les preocupa, qué les gustaría hacer”, dijo.

Rutinas diarias

Una forma que explicó Amaya de Miguel, es tratar de establecer estrictas rutinas. “Funciona muy bien tener unas rutinas muy marcadas que conozcan muy bien todos los miembros de la familia. Si un día le dejo la tablet diez minutos y otro tres horas para que esté calladito, el día que le diga que no puede usarla, armará un problema”, dijo.

Y agregó que: “Pero, si le dejo claro que entre semana no se puede usar, que solo podrá hacerlo el fin de semana, y me la pide un día entre semana bastará con recordarle, ¿cómo, si hoy es martes? El niño tendrá claro que no puede tenerla y aunque llore, no la conseguirá. El conflicto en cualquier caso será menor. Las rutinas y normas claras le darán estabilidad”, concluyó.