La sudoración normal tiene por objetivo favorecer la eliminación de calor a través de la piel, y gracias a esto, controlar la temperatura corporal. Sin embargo, algunas personas sufren de hiperhidrosis: una sudoración excesiva o mayor a lo que el organismo necesita.

Lo anterior, se debe a un estímulo aumentado del sistema nervioso simpático, el que contiene las fibras nerviosas que controlan la secreción de las glándulas sudoríparas del cuerpo.

“La hiperhidrosis tiene un impacto muy significativo en la calidad de vida de los pacientes. Hay personas que abandonan sus estudios o trabajo debido a que presentan dificultad para relacionarse con sus pares o con otras personas; no pueden manipular documentos o instrumentos, mojan la ropa o les transpira continuamente la cara”, explicó el médico José Ortega, cirujano de tórax de Clínica Bupa Santiago.

El especialista en esta condición, señaló que “incluso pueden aislarse en su domicilio para no interactuar ni siquiera con sus familiares”.

Asimismo, hay dos tipos de hiperhidrosis: la secundaria (generalizada), que afecta a todo el cuerpo y habitualmente es producto de otra enfermedad, y la hiperhidrosis primaria (habitualmente localizada), cuya causa es desconocida y que puede afectar la cara, las manos, las axilas o los pies (o una combinación de éstos).

Además, existe el rubor facial patológico, cuadro en el cual los pacientes se ruborizan en forma excesiva ante pequeños estímulos, o sin causa evidente, alterando sus relaciones sociales.

Entre un 2% y 3% de la población padece la patología, y habitualmente se inicia en la infancia o pubertad. Aunque su origen es incierto – puede presentarse en forma espontánea e intermitente sin un gatillante –, se cree que existe una relación con el estrés emocional. Por su parte, afecta más a mujeres que a hombres, donde hasta un 40% de los pacientes que sufren de hiperhidrosis tienen un familiar que también lo padece.

La solución: Simpatectomía

“Existen múltiples tratamientos, desde alternativas tópicas, medicamentos anticolinérgicos, iontoforesis o toxina botulínica. Todos tienen mala adherencia y son reversibles, incluso algunas con efecto rebote. Además, en general tienen un costo económico elevado”, expresa Ortega.

Según el especialista, “el tratamiento que ha tenido mejores resultados a largo plazo es la simpatectomía torácica; una cirugía mínimamente invasiva que se utiliza para manejar la hiperhidrosis craneofacial, palmar y axilar, así como el rubor facial. Es importante señalar que no es aplicable para los pacientes que tienen sólo hiperhidrosis plantar (de los pies)”.

La simpatectomía torácica consiste en un procedimiento quirúrgico donde se secciona la cadena simpática, que lleva los nervios encargados de estimular las glándulas sudoríparas en ambas cavidades torácicas; es decir, son dos cirugías secuenciales en el mismo procedimiento. Se realiza con anestesia general y se utilizan dos pequeñas incisiones en cada axila. Dura cerca de una hora, requiere hospitalización de un día y el resultado se aprecia desde que el paciente despierta de la anestesia.

“Gran parte de los pacientes que cumplen con los criterios de la cirugía decide operarse, especialmente aquellos que tienen una alteración de su vida habitual. Es muy importante que aquellos que deciden operarse conversen con su cirujano tratante en relación a la principal complicación de la cirugía, que es la sudoración compensatoria, dado que es un procedimiento irreversible”, agregó el especialista.

La sudoración compensatoria es el aumento de la sudoración en otra parte del cuerpo luego de la simpatectomía. Se desconoce el motivo por el cual ocurre y se presenta hasta en el 60% de los pacientes. Sin embargo, la mayoría de ellas es leve y los pacientes pueden manejarla.