Tienes frente a ti una copa de vino servida, pero dudas si puedes tomarla porque estás con antibióticos ¿Beberla o no beberla? Ese es el dilema.

Se nos ha dicho que no es bueno beber mientras estamos con remedios (o antimicóticos) y en Página 7 preguntamos a dos especialistas para que nos respondan si esto es así o no.

Sergio Juica, neurólogo de la Clínica Biobío, nos explicó que “si bien hay fármacos reconocidos que interactúan con el alcohol, la gran mayoría son metabolizados por nuestro hígado, por lo cual existe el potencial de interactuar con él. Es por ello que, en términos generales, los médicos recomendamos siempre tener precaución con el uso concomitante. Teniendo como concepto básico que a mayor consumo de alcohol, mayor riesgo de interacción”.

Junto con ello, detalló en términos simples lo que ocurre:

“A) el alcohol al ser metabolizado por enzimas en el hígado puede interferir la metabolización de otros fármacos, alterando su concentración y, con esto, disminuyendo su efectividad o aumentando sus efectos adversos.

B) El alcohol al tener un efecto sedante en nuestro sistema nervioso central, si se consume en conjunto con otros fármacos con el mismo efecto (sedante), puede potenciar este efecto y el paciente experimentar síntomas de intoxicación alcohólica con dosis más bajas de lo habitual que una persona que no consume estos fármacos”.

Mezcla de medicamentos con alcohol
Pexels (cc)

En tanto, Javier Lastra, médico de Clínica Universitaria de Concepción, explicó que las alteraciones que se pueden presentar debido a esta mezcla, “dependen de la cantidad de alcohol que se ingiera y de si se trata de un consumo esporádico o crónico”.

“El consumo esporádico de alcohol inhibe el metabolismo del hígado (su capacidad de eliminar los fármacos) por lo que puede aumentar el efecto de ciertos medicamentos y sus efectos adversos, e incluso causar intoxicación”, detalló.

Por otro lado, sobre el consumo crónico de alcohol en cantidades elevadas, “genera que algunos fármacos se eliminen más rápido del organismo y, por lo tanto, su efecto sea menor al esperado, excepto si se llega a una situación de cirrosis hepática, en que el funcionamiento del hígado está disminuido y los medicamentos se eliminan más lentamente del organismo”.

Algunos medicamentos aumentan de manera desproporcionada la cantidad de alcohol en la sangre, provocando una serie de síntomas conocidos como efecto disulfiram (medicamento usado para desincentivar consumo del alcohol) , también conocido como efecto Antabus. Estos síntomas son de diversa gravedad y pueden incluir náuseas, vómitos, enrojecimiento facial, ansiedad, taquicardia, disminución de presión arterial e insuficiencia respiratoria“.

Mezcla de medicamentos con alcohol
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Sergio Juica agrega sobre las consecuencias, que “desde mi especialidad como neurólogo ,en muchos casos el uso de alcohol asociado con sedantes como benzodiacepinas, neurolépticos u otros fármacos con efecto sedantes, pueden hacer que una persona con dosis no tan altas de alcohol de ingesta aguda, experimente síntomas como sedación, mareo, sueño y torpeza al potenciarse ambos efectos“.

En tanto, Lastra detalla cuáles son los medicamentos que pueden causar efecto disulfiram: “Algunos antibióticos (cefoperazona y los derivados de ‘sulfas’ como el cotrimoxazol), el antidiabético glibenclamida, y los antiinfecciosos ketoconazol (antimicótico) y metronidazol (antibiótico). Las personas que están en tratamiento con estos medicamentos tienen absolutamente contraindicada la ingesta de alcohol, aun en cantidades moderadas”.

A su vez, señala que hay medicamentos cuyos efectos aumentan de forma considerable con el consumo de alcohol.

“Los medicamentos que actúan en el sistema nervioso central, particularmente las benzodiazepinas como clonazepam aumenta con el alcohol. Esta interacción se manifiesta con un notorio aumento de somnolencia, letargo, disminución del estado de alerta y de los reflejos. Esta interacción también se presenta con antialérgicos (clorfenamina), relajantes musculares (ciclobenzaprina) y algunos antitusivos (codeína)”, añade.

Por otra parte, dice que “las personas que utilizan anticoagulantes (como acenocumarol) deben evitar la ingesta de alcohol, pues la acción del medicamento aumenta, con el consecuente riesgo de hemorragias“.

La ingesta esporádica de alcohol también aumenta los efectos secundarios del antiepiléptico fenitoina. Respecto a antiinflamatorios como el diclofenaco, ibuprofeno, etc., no tienen contraindicación absoluta. “Es importante recordar que el uso de antiinflamatorios y alcohol aumentan el riesgo de sufrir lesiones en la mucosa gástrica. Si ha presentado molestias gástricas, es recomendable reducir o evitar el consumo de alcohol”.

Pero no son los únicos, pues uno de los más usados, el paracetamol, no queda fuera: “Es un medicamento que tiene efecto tóxico en el hígado, así que se sugiere evitar el consumo de alcohol si se usa”.

Finalmente, detalló que “la ingesta de alcohol está absolutamente contraindicada en pacientes que utilizan algunos de los siguientes medicamentos antiinfecciosos: metronidazol, ketoconazol, cotrimoxazol y otros derivados de las ‘sulfas’, cefoperazona”. Eso sí, ante “cualquier duda siempre consultar con su médico”, enfatizó.