El secreto de la “eterna juventud” es codiciado por muchas, hecho que ha provocado que los tratamientos de belleza sean cada vez más populares.

Sin embargo, la obsesión por lucir joven y adquirir de forma desmedida estos productos creó una nueva y preocupante enfermedad.

Se trata de la cosmeticorexia, una adicción a los productos cosméticos para verse jóvenes y hermosos según los patrones de belleza impuestos en la sociedad.

Juan Manuel Medina, experto en terapias naturales y director del Centro Integral de Terapias Sanis Natura, indicó que esta enfermedad la pueden padecer tanto hombres como mujeres.

“Son personas que tienen miedo a envejecer. Buscan soluciones rápidas, cambios visibles que los demás puedan apreciar y piensan que la cosmética les permite hacer esos cambios en tiempo récord”, explicó el profesional en una entrevista con la revista internacional Elle.

Pero no hay que confundirse. Está bien —y es sano— tener algunos productos para una rutina de limpieza e hidratación, pero el problema está cuando se pretende que estos hagan “milagros”.

Lo anterior, puesto que los cosméticos son creados para nutrir, otorgar luminosidad y vitalidad al rostro, efectos que se comienzan a notar a partir de los 28 días de uso diario, por lo que pretender que una crema rejuvenezca tu piel de la noche a la mañana es imposible.

Si bien algunos creen que mientras más productos apliquemos es mejor, esta premisa está lejos de ser cierta. “Se compran cantidades ingentes de productos, cremas, sérums, aceites, leches, labiales… que se van acumulando en nuestros cuartos de baño pareciendo estos una perfumería (…) Lo que deberíamos hacer es utilizar poco y muy bueno y que sea adecuado a nuestro tipo de piel. Con un par de productos que nos limpien, hidraten y tonifiquen nuestra piel sería más que suficiente”, aconseja el experto.

Finalmente, para tratar la cosmeticorexia se recomiendan dos opciones. La primera es asesorarse con una especialista en cosmética, quien te puede orientar sobre qué productos necesitas para tu tipo de piel. Y la segunda medida es, simplemente, ir al psicólogo. “Nos va a ayudar a conocernos, a descubrir el motivo de esta adicción y nos va a dar pautas para poder controlarla y dejar de comprar compulsivamente para hacerlo racionalmente”, concluyó Medina.