Recientemente en la teleserie nocturna de Mega, Perdona Nuestros Pecados, se confirmó que el personaje de Isabel fue violada.

Tras meses de intriga, los televidentes finalmente fueron testigos de lo que tanto esperaron, luego de ver a la hija mayor de Armando sufriendo cada vez que debía intimar con su marido, Gerardo Montero.

De a poco se fueron conociendo datos como que la joven habría sido testigo o víctima de una situación de abuso en el famoso rancho, donde Quiroga recurría para tener relaciones sexuales con su amante, Ángela. No obstante, con el paso de las semanas, la teoría de que fue la propia Isabel la abusada, cobró más sentido.

En una dramática conversación con Lidia, madre del padre Reynaldo y empleada doméstica de los Quiroga, la joven confesó que a la edad de ocho años había sido violada. Un trauma que nunca ha podido olvidar y que solo su padre, Armando, conoce.

Captura | Mega
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En esta línea, el personaje agregó que no recordaba quién fue el agresor, y que su padre, al enterarse de la verdad, le pidió que guardara ese secreto con el fin de protegerla.

No obstante, dadas las prácticas del empresario, muchos televidentes han planteado algunas teorías al respecto, asegurando que el violador sería su propio padre y que ella lo olvidó debido al trauma y porque él convirtió el hecho en un secreto entre ambos.

Pero, ¿realmente es posible olvidar al agresor cuando se es víctima de un abuso a tan corta edad?

La psicóloga Susana Arancibia, académica de la Universidad del Pacífico y experta en temas de familia, infancia y adolescencia, señaló que pretender olvidar un hecho traumático de esta naturaleza es poco probable, aunque si ocurre, incrementa a largo plazo las consecuencias nefastas hacia la víctima.

Y es que de acuerdo a la especialista, si el trauma no se trata desde el inicio, se pueden observar conductas agresivas, manifestaciones hipersexuales y/o conductas toxicómanas. “Esto ocurre especialmente en aquellas víctimas que no son tratadas desde su inicio, sea por desconocimiento de los padres, ocultamiento de los niños o bien por tratar de que los niños olviden de manera natural el ‘incidente’”, señaló a Página 7.

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Arancibia también explicó que en general, los efectos presentados a largo plazo en niños víctimas de abuso sexual que son tratados, “muestran una disminución de la sintomatología con el paso del tiempo. Alrededor de 2/3 de los hombres y 1/3 de las mujeres víctimas de ASI (abuso sexual infantil) no muestran sintomatología clínica en la edad adulta”, comentó. En este punto, debemos señalar que Isabel sí posee conductas como las que describe la psicóloga, sobre todo en el tema agresivo.

Continuando con la teoría más popular dentro de los seguidores de la nocturna de Mega, la académica también explicó que no es extraño que el personaje haya sido abusada por su padre o algún familiar y que, por lo mismo, haya guardado el secreto, pues, lamentablemente, es una práctica más común de lo que se cree. “En general el mayor porcentaje de abuso sexual es generado por un agresor conocido por el niño o niña, sea porque este es un amigo de la familia o familiar directo, que en muchos casos, además, vive dentro del propio hogar”, señaló a nuestro portal.

Asimismo, describió que una vez consumado el abuso, “el perpetrador procura por todos los medios que el niño o niña mantenga silencio respecto de la situación vivida”, tal como lo podría haber hecho Armando.

Si bien existen varias formas de conseguir tal objetivo, las más comunes son aquellas basadas en el ‘mutuo afecto’ y la de amenaza. En la primera, la situación se da cuando el niño o niña es vulnerable afectivamente y el adulto aprovecha la situación.

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Le comentan al niño o niña que este es un secreto entre ambos y que no debe ser conocido por nadie más, ya que de otra forma los van a separar. Los niños o niñas elegidos por el abusador presentan características de vulnerabilidad que le aseguran al adulto su silencio”, comentó Arancibia.

En el caso de la amenaza, ésta funciona asustando al niño o niña, señalándole que si revela el hecho, matará o dañará a sus padres o a algún ser querido como hermanos más pequeños, por lo que “el niño siente que todo lo malo que suceda será su culpa”.

Otras prácticas tienen que ver con amedrentar a la víctima diciéndole que si habla se la van a llevar lejos del núcleo familiar y no los podrá ver nunca más o, lo que es incluso peor, es que una vez que se sabe la verdad, sea el propio entorno quien le baje el perfil.

“Ya sea porque el niño voluntariamente lo reveló o bien porque este fue descubierto a partir de las propias conductas evidenciadas, a veces la familia no le cree, haciéndole sentir que tales hechos los imaginó o soñó. También lo sancionan porque creen que su relato no es más que una forma de llamar la atención”, reveló, agregando que estas manifestaciones son para el niño una descalificación y, desde su lógica infantil, evita seguir relatando los hechos ya que “al abuso se le suma la sensación de desprotección y desamparo por parte de quienes de manera natural debiesen amarlo y protegerlo”. En este contexto de vulnerabilidad, la tendencia a tratar de olvidar lo sucedido es mucho mayor.

Volviendo al personaje en cuestión, la psicóloga relató a Página 7 que un punto importante a tener en cuenta son los “efectos durmientes”, y que tienen que ver cuando el niño o niña no evidencia problemas significativos inmediatamente después del abuso pero sí en la edad adulta. “La víctima comienza a manifestar problemas conductuales o emocionales y los gatillantes, habitualmente externos, suelen ser sucesos estresantes o incluso una revictimización”, sentenció.

Por último, respecto a cuál es la mejor forma de recuperar esos recuerdos sin vivir una nueva experiencia traumática, lo que podría intentar hacer Isabel en los próximos capítulos, ahora que Gerardo le contó a Estela lo que vivía con su esposa, la psicóloga aseguró que la familia es fundamental en la disminución de la vivencia traumática. “La forma más concreta es acompañando, estando disponible, creyendo su historia, escuchando cuantas veces sea necesario y expresando su amor incondicional hacia la persona, de manera tal que la víctima pueda procesar el trauma”, finalizó.