Una desgarradora historia se ha tomado la prensa estadounidense luego que un padre de Carolina del Norte, relatara cómo asfixió, sin querer, a su hijo de dos meses.

Carmine Martino, de 20 años, decidió contar esta dramática historia para advertir a otros padres primerizos y que no vivan lo que él hasta el día de hoy lamenta.

Resulta que Carmine decidió tomar una siesta junto a su bebé, Lucas John Martino, quien había nacido en septiembre pasado, y para cuando despertó, el niño yacía muerto a un lado de su cuerpo, pues de acuerdo a la autopsia, falleció por asfixia posicional.

La madre del niño, Hayley, señaló al medio inglés The Sun, que ese día se durmió a las siete de la tarde, al igual que su pareja, y despertó a la medianoche. No pensaba dormir tanto pero estaba exhausta”. Cuando me desperté noté que Carmine estaba dormido y no podía ver el bebé. Pensé que tal vez lo había acostado, así que fui a ver a su cuna“, señaló.

Al ver que tampoco estaba allí, despertó a Carmine para preguntarle, y cuando él levantó sus brazos, un tanto confundido, pudo ver el cuerpo de Lucas entre su brazo y el respaldo del sofá.

El cuerpo de Lucas no tenía vida. Carmine comenzó a hacer Reanimación Cardiopulmonar (RCP) y llamé al 911 para que la señora nos dijera cómo hacerlo. Gritaba y gritaba para que mandaran una ambulancia que llegó 12 minutos después“, recuerda Haley. Pese a que llevaron al niño al hospital, no consiguieron salvar su vida.

La pareja, que se separó un mes después de la muerte del niño, decidió contar su historia para advertir a otros padres, pues Carmine cree que “esto podría haberle pasado a cualquiera”.

Sabíamos y tuvimos mucho cuidado de no acostarnos con él. Este fue un pequeño error y es por eso que es tan importante crear conciencia“, agregó el padre que desde entonces ha sufrido un trastorno de estrés postraumático.

Junto con culparse a sí mismo todo el tiempo, siente que falló en su deber como padre, pues su misión era proteger tanto a su hijo como a su pareja, algo que no cumplió. “He estado extremadamente enojado conmigo mismo. Estoy tratando de progresar todos los días, pero no hay forma de vivir con algo así. Las imágenes de realizar RCP sobre él me perseguirán para siempre“, lamentó.

En esa misma línea, Haley sufre ataques de pánico y también tiene trastorno de estrés postraumático. “Pienso mucho en Lucas y lloro unas diez veces al día. Tengo depresión y ansiedad, pero siento la muerte de mi hijo y sé que tengo que enfrentarlo“, comentó.

Antes de que Lucas muriera, yo no era religiosa. Maldije muchas veces a Dios por lo que sucedió, pero me di cuenta de que si no creía en Dios, ¿a dónde se había ido mi hijo? ¿Dónde lo imagino si no es el cielo?“, sentenció.