Una mujer, cuya identidad se desconoce, hoy sorprende a las redes sociales con una inesperada revelación que envió al sitio Marie Claire. Cuando tenía 21 años, la universitaria fue violada por el hermano de su amigo en una fiesta en la playa a la que asistió junto a su amiga.

El camino a la fiesta, el entusiasmo de su amiga y el crudo momento del ataque son algunos de los vagos recuerdos que hoy vienen a su cabeza.“Me aplastó desde arriba, empujándome bruscamente desde atrás”, relató en la misiva donde contó cómo el abusador la colocó boca abajo en una cama en el dormitorio de estudiantes.

Confundida por lo que le estaba pasando, la mujer llegó a pensar que quizás se trataba de una aventura de una noche, postura que la hizo olvidar el miedo que sintió y la terrible situación que había vivido, consigna The Sun.

Un año más tarde, un amigo de la estudiante la invitó a cenar y ella aceptó, consciente de que el hermano de él y quien la atacó sexualmente estaría presente.

“No lo pensé dos veces antes de la invitación de unirme a la familia de un amigo para cenar, aunque eso significó ver a su hermano, con quien compartí una historia inquietante. Mi negativa fue tan fuerte, tan efectiva, que pude sentarme a unos metros de él como si no fuera gran cosa, reír, charlar, comer lasaña”, contó.

Luego de comer, el grupo se trasladó a un bar, lugar donde bebieron hasta embriagarse. Esta instancia dio tribuna a su abusador para que le coqueteara, intenciones que ella notó y respondió.

Al final de la noche ella había vuelto a estar con él sexualmente, sin embargo, ahora de manera consensuada. “Curiosamente, estar de vuelta en la cama con él no me asustaba”, reveló.

Al día siguiente el único pensamiento que le vino a la cabeza era que había engañado a su novio. “Sabía que debía avergonzarme y, francamente, me preocupaba que mi novio, con el que había estado un año y con quien seguiría saliendo por otros tres años, lo descubriera”, relató.

La universitaria confesó que pese a que la infidelidad no era algo que ella se tomara a la ligera, pero que el deseo de satisfacer su necesidad en ese momento fue más importante. “Una oscura pero palpable sensación de alivio alejó de mí cualquier indicio de culpa antes de que pudiera afirmarse”, afirmó.

La sensación de ‘poder y de manejo’ de la situación que sintió la mujer al volver a estar con su violador no sería para nada extraña según aclara el Dr. Hopper a Marie Claire, pues sería normal que las víctimas “intenten dominar una situación en la que antes no tenían control”.

“La motivación generalmente es tratar de ganar un cierto sentido de autoridad, ya sea sobre un escenario sexual o incluso cómo el perpetrador ve a la persona, es decir, no como a alguien que puede hacer lo que quiera”, agregó.