Estamos en pleno verano, y en uno de los más calurosos de los últimos años en Chile. Esto quedó en evidencia en los termómetros del pasado sábado 26 de enero, que registraron temperaturas de 38,3°C en Santiago, siendo de las más altas del último siglo, y eso sin considerar otras regiones que también bordearon estas cifras.

En este contexto, todos buscamos diferentes formas de capear el calor. Algunos activan el aire acondicionado, otros echan a andar sus ventiladores, otros toman abundante agua, mientras que hay quienes optan por ir a la playa o a una piscina.

Ahora bien, uno de los clásicos mitos dice que debemos ducharnos para crear una sensación constante de frescura en nuestro cuerpo. El punto aquí es determinar cuál es la temperatura adecuada. Aquí se divide entre los que dicen que hay que hacerlo con agua fría, y los que aseguran que el agua debe estar caliente.

En Página 7 quisimos buscar la respuesta a esta consulta, y nos percatamos que lo correcto no es ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario, tal como lo dijo el icónico Cantinflas.

No hay que pasar por una ducha ni muy fría, ni muy caliente, si no que más bien hay que dejarse refrescar por un chorro de agua tibia. Según lo explicado en el portal Muy Interesante, el ducharnos a una temperatura muy baja producirá un efecto de choque térmico. Si bien en un principio nos sentiremos frescos, inmediatamente nuestro organismo buscará compensar el frío, gastando más energía y provocándonos calor justo después de terminar de bañarnos.

Al utilizar agua fría, los vasos sanguíneos se contraen, por lo que la circulación de sangre es más lenta, por ende el corazón buscará un impulso de sangre, provocando un calor interno casi inmediato. Por consiguiente, comenzaremos a sudar, y eso es lo que justamente no queremos.

Por otro lado, al hacerlo con el líquido caliente, se producirá un efecto inverso. Al sentir calor, el cuerpo de inmediato buscará mantenerlo fresco, por lo que se mantendrá por más tiempo esa sensación de frescura.

La clave para hacer esto es partir lavando nuestros pies con agua caliente, luego -al ir subiendo- lavando el resto del cuerpo, se debe bajar la temperatura a una mucho más tibia.

¡Si no quieres sufrir con las olas de calor, sigue nuestros consejos y no te bañes más con agua fría!