Anthony Gignac —un colombiano adoptado por una familia estadounidense— tenía una ostentosa vida. Era dueño autos de lujo, un penthouse en la exclusiva isla Fisher en Miami y viajaba por todo el mundo quedándose en los mejores hoteles. Pero todo era una farsa.

El hombre de 47 años logró todo estafando y engañando a cientos de personas haciéndose pasar por Khalid bin al-Saud, un príncipe saudí, obteniendo incluso patente diplomática, la que más tarde se conoció que la había comprado por eBay.

Debido a este “gran título”, Gignac se hospeada en lujosos hoteles gratis, entradas exclusivas a tiendas y le daban tarjetas de créditos con altos cupos y se codeaba con grandes inversionistas, hasta que uno de ellos ligados a bienes raíces lo describió y provocó su encarcelamiento.

Aquel hombre fue Jeffrey Soffer y, según su declaración, él contactó al “príncipe” mediante un colaborador luego que este se mostrara interesado en invertir 440 millones de dólares (más de 285 mil millones de pesos chilenos) en el resort Fountainebleau de Miami, según consignó el portal estadounidense El nuevo Herald.

Al principio todo iba bien, pero un descuido de Gignac hizo que todo se derrumbara: en algunas de las reuniones el “príncipe saudí” comía cerdo, alimento que los musulmanes tiene prohibido en su dieta, por lo que decidió investigarlo y descrubió la verdad.

Arresto

Cuando se disponía a viajar de Londres a Nueva York, la policía lo detuvo con documentos y patentes falsas, además de miles de dólares en efectivo.

En el proceso, el hombre se declaró culpable de fraude, robo de identidad, conspiración para cometer fraude y, por supuesto, de hacerse pasar por un diplomático extranjero.

Pero este no ha sido su único encuentro con la justicia. Durante su vida como estafador ha caído varias veces en la cárcel y en 2006 ya habría enfrentado un juicio.