Una mujer está viviendo una situación bastante insólita y que ella misma define como “irreal” luego de un terrible descubrimiento.

Sarah, de Inglaterra, comenzó a sospechar hace algunos años que su marido la engañaba. Primero, encontró un número desconocido en el celular de su pareja y cuando llamó se enteró que correspondía a un salón de masajes ubicado en la localidad de Birmingham.

Tras su hallazgo, le pidió explicaciones al hombre pero éste la convenció de que se trataba solo de un tema de relajo, según consignó el medio inglés Mirror.

Pero sus descubrimientos no pararon ahí. Al poco tiempo la mujer encontró un frasco de popper, droga que se utiliza a menudo para incrementar el placer sexual, y le volvió a preguntar qué pasaba. Él nuevamente negó todo, pero Sarah no estaba dispuesta a olvidar.

Fue así como a fines del año pasado, y tras encontrar el mismo número de masajes de un tiempo atrás, su marido terminó confesándole que estaba saliendo con una prostituta hace cinco años.

Esta revelación dio paso a una relación aún más tóxica, pues ella “una y otra vez ha reconstruido mentalmente las escenas” y cada día lo que imagina de su esposo y la prostituta es peor, por lo mismo, lo único que ahora hace es lastimarlo. “Es irreal“, indicó.

Pese a las disculpas que le ha ofrecido su marido, asegurándole que todo fue una aventura y que no quiere perder su matrimonio, ella aún no está dispuesta a perdonarlo. De hecho, hace algo mucho más dañino para ambos: le cobra cada vez que tienen sexo.

Desde que el hombre asumió su infidelidad, Sarah, de 50 años, le cobra cerca de 35 mil pesos cada vez que tienen relaciones sexuales, pues aseguró que era lo mismo que él pagaba a la prostituta con la que estuvo involucrado por cinco años.

Y aunque reconoce que está tratando de salir adelante, igualmente se siente ansiosa y nerviosa cada vez que su marido sale de casa. También contó que sus cercanos le dicen que “debe perdonar todo y comenzar desde cero”, pero aunque quiera, “las consecuencias de la infidelidad son mucho mayores que un perdón”.