Junto con la llegada de marzo, poco a pocos los estudiantes están retomando las clases, en el inicio de un nuevo año escolar.

En esta oportunidad, y en medio de la pandemia, la instrucción ha sido volver a la presencialidad, por lo que habrá que retomar las antiguas rutinas.

Hablamos de despertarse temprano, tomar locomoción colectiva o hacer viajes en auto, y volver a dormir en determinados horarios.

¿Cómo podemos hacer esto, pensando que venimos de la época de vacaciones y de las clases en modo telemático? Distintos expertos entregaron sus recomendaciones a Página 7.

“En general si el verano se ha vivido con mucho desorden en las rutinas, será más complicado adaptarse. Influye la desregulación en los horarios de sueño y comida, el uso de pantallas en exceso tanto en videojuegos, redes sociales, maratones de series”, partió explicando la psicóloga infantojuvenil de Clínica Santa María, Jennifer Conejero.

La idea es ir regulando los horarios de sueño, y disminuyendo el uso de pantallas. Las comidas deben ir en bloques establecidos: horario del almuerzo entre 13:00 y 14:00, y última comida no más allá de las 20:00 para alcanzar a hacer la rutina de antes de dormir

En la misma línea, el doctor Gustavo Ríos, pediatra de Clínica Ciudad del Mar, afirmó que “uno de los aspectos más trascendentes e importantes en el regreso a clases es la recuperación del hábito del sueño, y para ello tenemos que conocer más o menos cuánto necesita cada niño”.

Para esto hay que ir implementando una cierta cantidad de horas de sueño, dependiendo de la etapa en la que está el estudiante.

Son 10 a 13 horas (incluyendo las horas de siesta) para preescolares, 10 horas para escolares de 6 a 9 años; y de 9 a 10 horas para los adolescentes.

“Tenemos que estructurar una rutina del sueño, no permitir el acceso en lo absoluto a las pantalla ni a juegos electrónicos hasta antes de las dos horas de conciliar el sueño, porque sabemos que la melatonina, que tiene que ver con el ciclo sueño-vigilia, se inhibe con la presencia de la luminosidad en las pantallas”, señaló el pediatra.

Por lo mismo, lo ideal, según el neurólogo de Vidaintegra, Luis Espinoza, es que los estudiantes, sobre todo los más pequeños, ya estén acostados entre 20:00 a 21:00 horas.

“Lo óptimo es que se levanten y comiencen el día relativamente temprano a eso de las 8:00 – 09:00 AM unas semanas o días antes de volver a clases, para que el impacto sea el menor posible”, señaló.

“Es muy importante tener una rutina constante y consistente con los niños, que les permita tener hábitos saludables de sueño”, agregó.

Aquí los tips que más recomiendan es no tener ningún dispositivo móvil cercano a la cama, ni tampoco consumir bebidas, ni realizar actividad física antes de dormir.

Factores a tener en cuenta

Pero ante esta ola de cambios, también hay que estar atentos a señales negativas que puedan estar afectando la adaptación a estas rutinas.

“Es normal que los niños/adolescentes estén ansiosos al comienzo, sobre todo por los dos años anteriores de clases irregulares. Si no se ve que se adapten dentro de las primeras semanas, habría que preocuparse”, explicó Jennifer Conejero.

Por eso hay que estar atentos al insomnio, cambios en el apetito (no querer comer o comer en demasía), cambios en el estado de ánimo (mucha pena, enojo, que conversen menos), dolores de cabeza o ‘guatita’ sin causa médica.

Esto sin dejar de lado las exigencias académicas, como del entorno social e integración con los pares.

¿Qué rol pueden cumplir los padres acá? “Ayuda el adaptar las rutinas, dar contención a los niños, ayudarlos a preparar sus materiales, no hablar de notas desde el inicio de las clases, fijarles horarios para tareas que no sean muy largos, enfatizar que el cariño está por sobre los logros académicos”.

La psicóloga también señala que no hay que “amenazar con el rendimiento académico, sino que dar confianza en el otro y ofrecer ayuda. No descalificarlos. Sirven los ejercicios de relación como el control de la respiración, así como el mindfulness”.