Laura Meza es una trabajadora sexual con más de 30 años en el rubro y, junto a sus compañeras, alzó la voz por un solo objetivo: ser reconocidas por el Estado en el sistema de jubilaciones.

Soy puta hace 30 años y quiero jubilarme. Soy madre soltera de tres nenas y crié a mis hijas sola. También crié una nieta”, comenta la mujer de 56 años al medio argentino Todo Noticias.

“Ahora estoy trabajando solamente los fines de semana, ya que empecé la universidad y no tengo el tiempo que tenía antes. Estudio Trabajo Social, aprobé los primeros dos cuatrimestres de la carrera“, agregó la trasandina.

La Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina se hizo cargo de este tema y hace unas semanas organizó un evento para recaudar fondos y brindar una “pensión simbólica” a 20 trabajadoras sexuales, de entre 50 y 70 años, algo que fue de mucha utilidad para Laura, ya que producto de la pandemia sus ingresos disminuyeron considerablemente.

“Estuve un mes con una bota y no pude salir a laburar. La jubilación simbólica me ayudó a pagar gastos, ponerme al día y empezar de nuevo. Yo dignamente soy puta: me paro en una esquina y es mi estabilidad”, manifestó al citado medio.

“Nosotras existimos, tenemos derechos”

Asimismo, la mujer explicó que el efecto que tuvo la pandemia fue la de precarizar aún más su trabajo. “Esto que hizo nuestro sindicato sirvió también para decirle al Estado que nosotras existimos, que tenemos derechos. Y los derechos pasan por una jubilación digna, por una obra social digna y por terminar nuestros días como cualquier otro trabajador”, expresó.

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Captura | Todo Noticias

Laura cuenta que a lo largo de su vida fue propietaria de un restaurante, un kiosco y un negocio de telas, establecimientos que tuvo que cerrar con la crisis de 2001 que vivió Argentina. A partir de ese año volvió a ejercer el comercio sexual.

“Con mis hijas decidí hablarlo de entrada, porque gracias a ser puta tengo mi autonomía. Trabajo el fin de semana y puedo estudiar. De lunes a viernes, mi militancia; atender a mis compañeras, tratar de darles una mano. Por eso mismo uno elige ser trabajadora sexual: el trabajo sexual es autonomía”, cerró.